El ministro de Agricultura, Luis Planas, aseguró que la lucha contra el despilfarro alimentario es una responsabilidad que atañe a toda la sociedad en su conjunto y consideró intolerable que se desperdicie el trabajo de agricultores, ganaderos y pescadores, que se dedican con honestidad a producir alimentos y abastecernos de productos seguros y saludables.
Planas: agricultores, ganaderos y pescadores son los más conscientes ante el despilfarro alimentario de nuestra sociedad
Luis Planas ha inauguró este viernes 18 de marzo la IV edición del Foro Participativo de la Industria Alimentaria sobre el anteproyecto de ley de Prevención de Pérdidas y Desperdicio Alimentario, organizado por el MAPA en Cáceres y que, en esta ocasión, estuvo dedicado al sector primario.
El ministro recalcó que la futura ley, además de combatir el desperdicio de alimentos, debe ser también una oportunidad para poner en valor el trabajo de todos los que participan en la cadena alimentaria, y que la sociedad tome conciencia de que lo que comemos es fruto del duro trabajo y el esfuerzo de agricultores, ganaderos y pescadores.
Reiteró, además, que dicha ley tiene entre sus objetivos promover un cambio de mentalidad para evitar que se desperdicien alimentos y supone «un claro compromiso ético justo en un momento en el que durante la pandemia de la Covid-19 aumentó el número de personas que pasan hambre o sufren malnutrición en el mundo, y en el que ahora habrá que afrontar las consecuencias por el desabastecimiento de alimentos y materias primas debido a la invasión rusa de Ucrania.»
El ministro recordó también que el rechazo al desperdicio alimentario es una preocupación muy ligada a las sociedades agrarias de nuestro país y que «los agricultores, ganaderos y pescadores son los más conscientes del esfuerzo que supone producir alimentos y de los recursos que se invierten.»
Así, indicó que, a las pérdidas generadas por las cada vez más imprevisibles condiciones climáticas, plagas y enfermedades, se unen unos hábitos de consumo que despilfarran alimentos perfectamente válidos por motivos que no tienen que ver con sus propiedades nutritivas.
Esta pauta de consumo, según Planas, está fuertemente ligada a los modelos comerciales y, por eso, se hace preciso una adecuada divulgación y sensibilización para modificar los comportamientos que conllevan pérdida de alimentos.
A este respecto, el ministro reivindicó la campaña “Aquí no se tira nada”, impulsada por su departamento, y recordó que, por ejemplo, durante la erupción del volcán de Cumbres Viejas en la isla de La Palma, publicó una orden que permitía la comercialización de los plátanos, cuya piel se había visto afectada por la ceniza de la lava y presentaban mal aspecto, pero en donde la pulpa de la fruta estaba en buenas condiciones y podía ser consumido sin ningún problema.
En este contexto, señaló que «el fomento de una línea de venta de productos imperfectos o menos estéticos, así como de los que estén en fecha próxima a su caducidad o aptitud para el consumo serán una de las prioridades de la futura ley.»
La futura normativa, añadió el ministro, establecerá una jerarquía de uso de los alimentos antes de que sean desperdiciados tanto en la cadena de producción, almacenamiento, transporte y distribución y en la que tendrá prioridad el consumo humano.
El ministro Planas subrayó también que la norma hará una decidida apuesta por la promoción de la investigación, innovación y digitalización, aplicadas a la mejora de la productividad de las cosechas y a la optimización del aprovechamiento de las producciones, así como por que la toma de decisiones de los productores esté basada en criterios científicos y en datos.
El foro de Cáceres viene precedido por las sesiones anteriores de Valencia, enfocada en consumidores y ONGs; en Barcelona, orientada a la distribución y al canal Horeca, y en Pamplona, dirigida a las industrias alimentarias.
Se trata de una serie de encuentros sectoriales que tienen un carácter participativo y de recogida de experiencias y propuestas que puedan ser incorporadas en la propia Ley.
Agenda 2030
Luis Planas situó esta iniciativa legal en el marco de los compromisos que tiene España con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible (ODS), así como en las aspiraciones de las políticas comunitarias, que también tienen fijado la reducción a la mitad del desperdicio alimentario. «Poner freno a este fenómeno es uno de los aspectos más cruciales a la hora de articular sistemas alimentarios sostenibles y de economía circular», señaló.
En este ámbito, España se ha propuesto dos metas concretas dentro de la Estrategia de Desarrollo Sostenible y como parte del Informe Progreso 2021, que se presentó ante las Naciones Unidas en julio pasado durante la celebración del Foro Político de Alto Nivel para el Desarrollo Sostenible.
La primera consiste en revisar, para finales de este mismo año, la legislación referente a las fechas de duración mínima, caducidad y consumo.
La segunda está fijada en el año 2030 y persigue la reducción de residuos alimentarios de hasta un 50% en el hogar y comercio minorista y de un 20% en las cadenas de producción y suministro.
Al respecto, el Gobierno elaborará, en coordinación con otros ministerios, un Plan Estratégico contra el desperdicio alimentario; propondrá un Plan Nacional de control de las pérdidas y el desperdicio alimentario, y realizará un informe anual sobre los resultados de la aplicación del plan nacional del que tendrá que informar a las Cortes.
La ley impondrá, además, a las Administraciones públicas la obligatoriedad de llevar a cabo campañas divulgativas y de sensibilización así como elaborar de guías de buenas prácticas encaminadas a mejorar la gestión alimentaria.
Según Planas, estamos ante un problema de ámbito mundial, que vincula la producción de alimentos, la seguridad de su abastecimiento, el uso ineficiente de los recursos y la justicia social.