Por un nuevo diseño de las reglas del comercio internacional. Por Elisabeth Köstinger/Luis Planas/Julien Denormandie.

El comercio internacional se basa en teorías económicas elaboradas antes de la primera mitad del siglo XX. Estas teorías presentan una importante debilidad: no tienen en cuenta el carácter no renovable y vulnerable de ciertos recursos. Tampoco toman en consideración el impacto en el clima, ni en la biodiversidad.

Por un nuevo diseño de las reglas del comercio internacional. Por Elisabeth Köstinger/Luis Planas/Julien Denormandie.

Por Elisabeth Köstinger/Luis Planas/Julien Denormandie.

Ministra Federal de Agricultura, Regiones y Turismo de Austria/Ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación de España/Ministro de Agricultura y Alimentación de Francia.

Parece claro que una ventaja comparativa, defendida por David Ricardo, no puede derivarse de una externalidad negativa como la destrucción del medio ambiente. Si realmente queremos actuar a favor de nuestro Planeta y de nuestro clima, tanto dentro de las fronteras de nuestros países, como en todo el mundo, tenemos que rediseñar las reglas del comercio internacional. Y debemos empezar en casa, en Europa.

El análisis publicado en agosto de 2021 por el Centro Común de Investigación (CCI/JRC) de la Comisión Europea también muestra que el comercio debe ser tenido en cuenta a la hora de alcanzar los objetivos del Pacto Verde.

Alcanzar los objetivos del Pacto Verde europeo para la agricultura y la agroalimentación  exclusivamente a través de las políticas internas de la Unión Europea, como la Política Agrícola Común (PAC), sin tener en cuenta que vivimos en un mundo abierto, podría conducir a un aumento de los precios de nuestros productos, a una reducción de nuestra producción y a un aumento de nuestras importaciones.

También podría dar lugar a la externalización de una gran parte de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y provocar deforestación y distorsiones de la competencia.

Hoy en día, el reto es acelerar la transición agroecológica en Europa y ya estamos trabajando en esa dirección. Sin embargo, para que esta transición sea un éxito, el compromiso de la Unión Europea no puede permanecer aislado del resto del mundo. Existen grandes incoherencias entre el continuo incremento del nivel de nuestros estándares agrarios en la Unión Europea y la falta de consideración de las exigencias medioambientales de los productos agrarios importados.

Una Unión Europea, que se esfuerza en dar ejemplo, debería tener más en cuenta esta incoherencia entre políticas. Las políticas europeas, incluyendo la comercial, deberían fomentar una reducción global de las emisiones de GEI y luchar contra la deforestación.

Ante este reto, hacemos un llamamiento para que se consolide una clara voluntad política europea. Como ministros europeos de Agricultura estamos convencidos de que es necesario actuar. Y ya lo hemos hecho en el marco de la reforma de la PAC.

No obstante, debemos ir mucho más allá, garantizando que la política comercial europea tenga en cuenta adecuadamente los productos agrarios y alimentarios, incluyendo también las condicionalidades arancelarias. Esto es importante para la conservación de nuestro Planeta, pero también para nuestra autosuficiencia alimentaria. Las “cláusulas espejo” pueden ser una herramienta para alinear de forma más adecuada los estándares de producción de los productos importados con los nuestros.

Esta herramienta no es nueva, ya la utilizamos para prohibir las importaciones en la Unión Europea de carne de vacuno tratada con hormonas, y la usaremos para abordar el uso de antibióticos en el ganado como promotores del crecimiento, que está prohibido en Europa desde hace más de una década.

Ha llegado el momento de que nazca un consenso europeo y de que se analice más detenidamente el uso de las “cláusulas espejo”, ya que es incomprensible que entren en el mercado europeo productos que no se producen bajo requisitos equivalentes de protección medioambiental y climática.

Esto significa remodelar nuestro pensamiento económico mundial. Trabajaremos en ello, con convicción y determinación, para contribuir a definir las nuevas reglas del juego del comercio internacional del siglo XXI.

 

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