2023, un año récord de producción y renta agraria, según el MAPA. Por Jaime Lamo de Espinosa
Han sido muchos, este año, los sectores donde una mala cosecha ha sido compensada por un aumento de sus precios originando un valor superior al del pasado año, que es cierto, también fue un año anormal.
Por Jaime Lamo de Espinosa, director de Vida Rural.
Querido lector:
Termina 2023 tras haber pasado un difícil año agrícola y ganadero marcado por una inmensa sequía, costes elevados de algunos insumos pero inferiores a los del pasado año, precios que han crecido en general en origen y en los mercados de consumo y, al tiempo, hemos visto una muy dura competencia desleal de productos de terceros países (las importaciones hortofrutícolas de Marruecos y norte de África son ya insostenibles).
La sensación de la opinión pública ha sido la de haber vivido un complejo año agrícola y efectivamente ha estado lleno de alteraciones en volúmenes de cosechas, producciones y precios. Y con resultados sorprendentes. El primer avance del Ministerio de Agricultura nos dice: “La producción de la rama agraria registra un valor récord de 65.081 millones de euros, un 3,3% más que en 2022”. Y añade: “la Renta Agraria creció un 11,1% y se sitúa en 31.931 millones de euros. Ese incremento de la producción y de la renta agraria se fundamenta en la subida de precios y en el descenso de los costes tras los máximos registrados en 2022”. Y así ha sido, sin duda.
La producción vegetal cayó un -3,4% en valor por los peores volúmenes producidos, -11,7%, por causa de la sequía. Pero a menor volumen, mayores precios, estos aumentaron un +9,4%, no lo suficiente para compensar la caída.
Los cereales vieron una muy notable reducción en valor de un -50%, la mitad, pues la sequía redujo la cosecha un -34,7%, y hubo al tiempo un fuerte descenso de los precios.
El aceite de oliva se convirtió en el gran protagonista de los mercados de origen y consumo. Y de la prensa. Escasa cosecha (-58,6%), menor volumen de aceite (-29,4%), pero un muy notable aumento de los precios (+70,7%). Precios que, añado, además, se duplicaron en los mercados de consumo alcanzando los 10 €/kg en los lineales con gran notoriedad en los medios. También vinos y mostos cayeron un -20%. En cambio, han subido frutas (+16,9%) y hortalizas (+8,8%).
Y es que no podemos olvidar que hemos pasado un año de gran sequía, un pésimo año hidrológico, que ha afectado severamente a los cultivos de secano, sobre todo cereales y plantas industriales, y también en algo a los de regadío por la baja pluviometría y el fuerte control sobre los niveles de los embalses. Ha habido recortes notables en los suministros, incluso en el Tajo-Segura con severas protestas de sus usuarios. Y existen todavía hoy graves problemas en zonas como Cataluña Interna (embalses al 17,58%), Guadiana (26,47%) o Guadalquivir (19,27%).
Menos mal que las últimas lluvias han llevado a los embalses (11 de diciembre) a un 45,7% de su capacidad, (10 puntos más que hace un año, lo que es una valiosa mejoría) pero muy por debajo del 50% que ha sido la media de los últimos diez años. Y quizás esto y el cambio climático debería hacernos pensar en más trasvases, más depuración de aguas residuales, más desaladoras con costes reducidos (nucleares pequeñas como en Francia) compensados cuando el destino del agua sea el agrario, etc., etc. Es necesaria una nueva Política Nacional del Agua, repito una vez más. Y mucha más inversión en obras hidráulicas.
Por su parte la producción animal ha alcanzado también un valor récord de 27.685 millones de euros, por un fuerte aumento de precios (+16,3%), fruto de una caída en volumen (-2,5%), respecto al año anterior. Y ha seguido destacando en el sector, el porcino que pesa ya un 17,7% de la Producción Final Agraria (PFA), y su valor creció un +16,3%. Es hoy, nada menos que el 41,6% de la Producción Final Ganadera (PFG), y exhibe un porcentaje sobre la PFA similar al del conjunto de las frutas. Respecto a la Renta Agraria ya se ha mencionado su aumento, 11,1%, y hay que decir que la aportación a la variación interanual de rentas fue del -4,4% en lo vegetal y + 11,4% en lo pecuario, destacando los crecimientos de frutas y de porcino.
Finalmente, los Consumos Intermedios revelan un descenso del -4,6% pero claro, respecto al máximo histórico del año precedente que fue un año de cifras récord en precios de energía, fertilizantes, etc., (guerra de Ucrania y políticas rusas vs. el gas y la energía).
Todo lo anterior nos retrata un año cuya Renta Agraria, según el Ministerio de Agricultura, contrariamente a lo que parecía, ha sido la más alta nunca conocida, también en su ratio por UTA tanto a precios corrientes como deflactada. Y han sido los sectores del porcino, las frutas, las hortalizas, y la leche los que más han contribuido. También es cierto que el número de UTAs ha caído (-5%) en el año, situándose en 807.000.
Y, vistos estos resultados, tendríamos que hablar de la famosa ley de King, perfeccionada por su amigo Davenant, en la Inglaterra del s. XVII, quienes mostraron la relación entre cosechas y precios de los cereales, de tal modo que una mayor escasez de volumen de cosecha conducía a un incremento más que proporcional en los precios. Ejemplo que siempre hay que traer a colación en estos casos. Así mostraron ya que la máxima producción se correspondía con los mínimos ingresos y a la inversa. Han sido muchos, este año, los sectores donde una mala cosecha ha sido compensada por un aumento de sus precios originando un valor superior al del pasado año, que es cierto, también fue un año anormal. Este año hemos tenido sectores que se han comportado así. Por ejemplo: forrajeras, bovino, porcino o leche.
¿Y cómo vemos el año 2024 que nos llega? Sinceramente, no soy capaz de hacer pronósticos, no me atrevo. Todos los mercados de productos y de insumos, de productos en origen y en destino están lo suficientemente alterados como para que sea complejo imaginar el futuro próximo.
Pero, mientras tanto, debemos estar atentos con las nuevas orientaciones poco agraristas que vienen de extrañas deducciones o proposiciones derivadas del cambio climático y del Panel de París en su lucha contra los gases de efecto invernadero (GEI), del farm to fork, del rodillo normativo europeo cada día más intervencionista, de las nuevas normas para el bienestar animal, del nuevo paradigma de la sostenibilidad, de las políticas anti-riego, de una restauración de la naturaleza que es contraria a una agricultura fértil y que reduce cultivos, de la búsqueda de un bienestar animal exagerado, etc. etc.
Y debemos ser conscientes de que, si queremos una comida abundante y a precios asequibles, tiene que haber campos regados, abonados, productivos, etc. La Agronomía debe ser la base de la suficiencia alimentaria. No lo olvidemos. El lema de los agrónomos: “Sine agricultura nihil”.
Los agricultores y ganaderos y los técnicos somos una parte de la solución, nunca el problema. Abramos pues las ventanas del 2024 con una visión agrarista, rural, productiva, positiva, en suma, para que el campo no piense en su venganza sino en su colaboración, sus soluciones y sus aportaciones que deben ser muchas.
Muy feliz Navidad y un gran año 2024.
Abrazos