Isabel García Tejerina ha demostrado en el tiempo que lleva en el cargo de ministra, y en los muchos años que antes estuvo de secretaria general en el Ministerio, una rara habilidad: la de ser uniformemente aceptada por todo el mundo y ser reconocida por su gran capacidad intelectual y política, su actitud dialogante y negociadora, sus profundos conocimientos y su templada prudencia.
El acertado nombramiento de Isabel García Tejerina. Por Jaime Lamo de Espinosa
Por JAIME LAMO DE ESPINOSA. Director de Vida Rural.
Querido lector:
Con muy pocas fechas de diferencia quedó resuelta la investidura en favor del presidente Rajoy y la elección de Trump en EE.UU. Rajoy había ganado las elecciones por dos veces y tenía, en tal sentido, las mayores y mejores razones para continuar en la Presidencia. Eso ha dado origen a un nuevo Gobierno, ya no en funciones sino con plenas funciones, y ahora lo que toca es gobernar.
En el caso de Agricultura la designación de Isabel García Tejerina como ministra de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente significa su continuidad en el cargo. Y en EE.UU, las elecciones norteamericanas han resuelto la difícil sucesión de Obama, en durísimo duelo entre Hillary Clinton y Donald Trump, eligiendo a este último como el próximo inquilino de la Casa Blanca. Los hechos reseñados tienen un singular impacto sobre la agricultura española y mundial y merecen, creo yo, un comentario.
Isabel García Tejerina ha demostrado en el tiempo que lleva en el cargo de ministra, y en los muchos años que antes estuvo de secretaria general en el Ministerio, una rara habilidad: la de ser uniformemente aceptada por todo el mundo, por todas la organizaciones agrarias, por todos los sectores, y de ser reconocida por su gran capacidad intelectual y política, su actitud dialogante y negociadora, sus profundos conocimientos y su templada prudencia.
El presidente Rajoy ha acertado sin duda con este nombramiento. Y la ministra, también, al incorporar la Pesca al nombre del Ministerio. Tuve el privilegio a principios de los 80, de llevar la Pesca desde el Ministerio de Transportes al Ministerio de Agricultura y es lógico que su nombre, dada la gran actividad económica que desarrolla, se incorpore a la denominación del Ministerio.
En el discurso de toma de posesión la ministra García Tejerina esbozó sus planes y retos más inmediatos. No son pocos y alguno de calibre muy singular. Comenzó por mencionar una ley de Cambio Climático. A veces se olvida que es la ministra de Medio Ambiente y que la responsabilidad de este tema, el cambio climático, corresponde a su Ministerio. Hoy nadie duda, salvo Trump, del cambio climático. Quedan ya pocos negacionistas. Ha entrado en vigor el acuerdo de París del pasado año, se acaba de celebrar la cumbre de Marrakech y ha llegado el momento de empezar a desarrollar todo lo que aquel acuerdo nos exige.
Mencionó la ministra seguidamente su propósito de alcanzar un Pacto de Estado del Agua. Me alegra profundamente pues llevo ya muchos años planteando su necesidad urgente. El agua es un bien de dominio público, no pertenece a ninguna comunidad autónoma. La territorialidad de las aguas no entraña la pertenencia de las mismas a ninguna autonomía. Estamos ante un bien común y que como tal debe ser objeto de regulación. Las luchas entre autonomías por el tema del agua no tienen sentido en un mundo global, en un mundo donde el agua se va haciendo cada vez más un bien global.
¿Será difícil alcanzar el pacto? Sin duda. Pero es absolutamente necesario. Ese pacto dará lugar a un nuevo Plan Hidrológico Nacional (PHN) y a un nuevo Plan de Modernización de Regadíos (PMR). España cuenta con la mayor superficie regada de la Unión Europea y en aras de la eficiencia debe seguir transformando más hectáreas regadas a manta por riegos localizados, más eficaces en el uso de la misma y, a la par, extendiendo el área regada de nuestro territorio. Más hectáreas y más eficiencia en el riego.
En relación con este tema de las aguas no hay que olvidar que el Ministerio es además el órgano gestor de las inversiones necesarias en virtud de la Directiva Europea Marco del Agua y de las exigencias de las distintas Confederaciones Hidrográfica. Esa función “del agua” , que el Ministerio tiene encomendada a través de su Secretaría de Estado de Medio Ambiente, debe hacerse cada vez más patente en el plano de las inversiones a realizar. No son pocas las programadas y deben llevarse a cabo.
Ahora que el Gobierno va a aprobar el techo de gasto y a remitir los Presupuestos Generales del Estado 2017 (PGE2017), las cifras de inversiones para dicho año deberían ser netamente incrementadas, tanto en lo que atañe a inversiones hidráulicas como también al Plan Nacional de Seguros Agrarios. En ambos casos las dotaciones deberían ser ampliadas. Y no olvidemos que el BCE acaba de pedir políticas de este tenor para Europa y la UE pide también una inyección económica que impulse con inversiones la recuperación. Esperemos que estos llamamientos no caigan en saco roto.
Otras tareas que la ministra destacó fueron las referentes a la “economía circular” o la mejora de la ley de Patrimonio Natural y la Biodiversidad. Y, al igual que cualquier otro año, deberán proseguir las negociaciones con Bruselas para la revisión intermedia del actual Marco Financiero Plurianual (MFP) 2014-2020 y la definición del siguiente 2021-2027. Ambos tendrán un importante efecto sobre el impacto de la PAC en España a lo largo de la próxima década.
Una cuestión no mencionada y que sin embargo, a mi juicio, va a ser de especial trascendencia es lo que denominaría con la expresión “la España vacía”. Esa parte de España que va quedando desierta de modo progresivo como consecuencia del alto grado de envejecimiento de sus poblaciones y lo reducido de algunos de sus municipios o aldeas rurales. De hecho esta “España vacía” ya empieza a tener consecuencias en la búsqueda de reequilibrios en el marco del Nuevo Sistema de Financiación Autonómica (NSFA), que debía haberse aprobado en 2014 pero será acordado seguramente en 2017. Esa España vacía, esa España rural profunda, no puede ser abandonada a su suerte.
Y permítame que cambie ahora de tema. Pasemos a lo ocurrido en EE.UU con la victoria de Trump. Algunos periódicos han calificado su triunfo como el del campo frente a la ciudad y ello porque ha sido la América profunda la que ha teñido de un intenso color rojo republicano el interior de tan inmenso país. Así como las dos costas teñían de azul demócrata sus perímetros, Trump ganaba en la América rural.
Tras las múltiples declaraciones de Trump debemos hacernos a la idea de una nueva política exageradamente proteccionista para todos los sectores económicos, pero de un modo más singular a la agricultura, puesto que buena parte de su voto procede de los estados agrarios del centro. Han sido además los blancos, tradicionales, muy americanos, muy enraizados con sus tradiciones, los que han constituido la base de sus votantes. Y ahora, el presidente debe corresponder a esa confianza.
No esperemos pues muchas novedades positivas, por no decir ninguna, en cualquier tipo de ampliación de las relaciones exteriores o de las concesiones bilaterales en materia de comercio exterior. Podemos ir dando por finalizado el proceso de negociación del TTIP que prácticamente estaba ya fenecido.Trump ha hecho manifestaciones duras que permiten pensar en una etapa de neoproteccionismo comercial, de unas nuevas relaciones más duras con China y puede que también con la Unión Europea. Y hay que esperar, a la par, una fuerte reactivación de las inversiones en infraestructuras de transporte que faciliten aún más la comercialización de las materias primas agrarias desde el corazón de América a la periferia.
No olvidemos que esa América rural o agraria aporta más de un tercio del maíz y de la soja mundial. Trump ha anunciado un potentísimo programa de inversiones para reactivar la economía y el empleo, programa que recuerda en mucho al que puso en su día, a raíz de la Gran Depresión del 29, el presidente Roosevelt en el marco del New Deal y que tan buenos resultados cosechó.
En fin, comienza una nueva etapa aquí y allá. Veremos que nos deparan.
Un cordial saludo.