La tecnología nos permitirá producir más y mejor, más con menos. Pero también será necesario el cambio de hábitos alimenticios y la concienciación de los países desarrollados.
AgroNegocios, veinte años con el sector agroalimentario. Por Jaime Lamo de Espinosa
Jaime Lamo de Espinosa, director de Vida Rural.
Querido lector:
Hace poco más de veinte años esta editorial, Eumedia, lanzaba el primer número de un periódico, AgroNegocios, que nacía con el objetivo manifiesto de llegar a ser, por su contenido y diseño, el Expansión del campo. Cuatro lustros después podemos celebrar que este medio especializado de comunicación, «hermano menor» de Vida Rural, continúa prestando su servicio de informar al sector agroalimentario con el mismo ímpetu con que se creó en 1999.
Con motivo de este aniversario, los responsables de la publicación se plantearon el pasado año elaborar un número especial conmemorativo que, debido a la inestabilidad propiciada por las dos elecciones generales, primero, y el estado de alarma por la pandemia del coronavirus, después, provocaron el retraso en su edición que, por fin, se pudo poner en la calle el pasado 10 de julio.
Para estas páginas tan especiales de AgroNegocios se ha querido contar con la participación de sus colaboradores habituales, una veintena de expertos del sector agroalimentario de reconocido prestigio que, con sus Puntos de Vista, han ayudado a comprender la realidad y la evolución del campo español en estos últimos lustros. Además, se les ha pedido un pequeño esfuerzo para hacernos partícipes en este número de cómo se imaginan e intuyen que serán los próximos veinte años de nuestro mundo rural.
Y también se ha querido abrir estas páginas a todas las Voces del Sector que componen actualmente el gran caleidoscopio del mundo agroalimentario español, con el objetivo de conocer su evolución y los problemas a los que se han enfrentado en estos pasados veinte años, además de atisbar su futuro desde la actual incertidumbre post-covid.
A continuación quiero, en esta última Carta antes del descanso veraniego, resumir mi aportación en esas páginas del periódico y, como director también de AgroNegocios, agradecer al ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, y a la ministra para la Transición Ecológica y del Reto Demográfico, Teresa Ribera, su interés y apoyo en este aniversario, como queda reflejado en sus oportunas entrevistas. Así como a todos los que han colaborado en este número especial.
¡Veinte años de AgroNegocios!
«Todo ha cambiado en estos últimos veinte años para nuestra agricultura y nuestro mundo rural. Y todo va a cambiar en los próximos veinte, sobre los que el Covid-19 añade aún más incógnitas.
Y es que en estos veinte años hemos pasado de una agricultura regulada por una PAC productivista, rentable y exportadora, a otra que nos ha cambiado porque los grandes paradigmas también lo han hecho. Comenzamos con la Agenda 2000 cuando se añadió el desarrollo rural para mejor reestructurar las explotaciones y los canales comerciales. Luego llegó la reforma de 2003 con las reglas del mercado y la condicionalidad para obtener las ayudas. Después, vinieron las ayudas desacopladas y el régimen de pago único.
Hoy, vivimos bajo nuevos principios a los que hay que atender: la seguridad alimentaria, el cambio climático y la conservación del paisaje y del medio rural que se nos vacía. Una PAC que consume una buena parte del presupuesto de la UE en un momento en que ésta debe abordar la solución a las diversas crisis y en medio de la gran polvareda del Covid-19, que hace peligrar la producción regular y saludable de alimentos en múltiples áreas del mundo en esta economía globalizada. Y así aparecen las nuevas estrategias de la UE “De la granja a la mesa” y “Biodiversidad 2030”, con escaso apoyo de sus principales actores.
Y mientras tanto la agricultura y la ganadería española, los negocios agrarios, han cambiado a mucho mejor. La PFA ha multiplicado en 2019 por 11,51 la del año 2000, creciendo algo más la parte vegetal sobre la pecuaria; y la renta agraria lo ha hecho por 1,33 (euros corrientes) y por 1,59 la RA/UTA, aunque a precios constantes solo por 1,23. Y hoy somos el primer país de Europa en hectáreas regadas, el tercero del mundo en riego modernizado, el segundo perceptor de ayudas de la PAC y el sexto exportador agroalimentario mundial.
Somos una potencia mundial en la exportación hortofrutícola, en porcino (tercer mayor productor del mundo), en vitivinicultura (primer exportador en volumen) y en olivar (primer país del mundo en ha y volumen de producción). Ocupamos en tecnología agraria una de las primeras posiciones del mundo medidas según la aplicación de inputs. Y estamos ya en la “agricultura 3.0”. Todo ello abasteciendo a una IAA que es ya el primer sector exportador español y el sexto mundial. Y con una empresa de gran distribución ejemplar en el mundo por dimensión y buen hacer (Mercadona). En el plano medioambiental disponemos de la mayor superficie protegida de Europa y estamos en la primera posición en la Red Natura. Y a esa cadena de valor se ha añadido, en su final, la Gastronomía, hoy reconocida en el mundo entero. No está mal para veinte años.
¿Alguien puede hacer un pronóstico sobre hacia dónde irá nuestra agricultura y ganadería, cuáles serán sus nuevos caminos, qué nuevas orientaciones aparecen en el horizonte más allá de la pandemia? ¿Cómo serán los negocios del sistema agroalimentario en esta nueva normalidad? Porque la pandemia del coronavirus tiene que ver con el mundo natural, con la pérdida de zonas forestales, con la fauna salvaje, con la biodiversidad y en tal sentido han aparecido voces que están lanzando un nuevo mensaje al mundo. Vamos hacia un mundo global nuevo y en él, seguro, hacia una agricultura nueva. ¿Cómo será? Imposible de determinar salvo con un adjetivo que ahora lo define todo. Será “verde”. Todo ahora es verde, y todo se inspira en lo que rodea holísticamente a ese nuevo concepto.
El consumidor se preocupará cada vez más por los aspectos de salud y sanitarios de su alimentación por lo que demandará más información sobre el origen, variedades, semillas, forma de cultivo, huella de carbono, uso responsable del agua, etc. Para mejorar esta información, la trazabilidad del producto de origen a destino será clave. Gracias a sensores y tecnología blockchain el consumidor podrá disponer de toda la información sobre el producto, su lugar de origen, fecha de recolección, lugares por donde ha pasado y cuánto tiempo, propiedades nutricionales… También gracias a estas tecnologías, ante cualquier alerta sanitaria, será mucho más fácil y rápido identificar el problema y acotarlo.
La trazabilidad también aportará información muy valiosa para la sostenibilidad del planeta, parámetros como el consumo de energía, agua y kilómetros recorridos con su huella de CO2 estarán disponibles y podrán ser valorados para una compra más informada. Y de forma agregada gracias al big data permitirá tomar decisiones para conseguir una cadena más justa y más sostenible.
Una mayor concienciación sobre el consumo energético y la contaminación harán que se incremente el consumo de productos de temporada, y los “canales cortos” de comercialización tradicionales junto con las nuevas tecnologías harán que sea más directo el viaje del producto al consumidor. La “optimización de rutas” de distribución y sistemas de seguimiento a nivel de producto harán que se reduzca el tiempo entre recolección y consumo y los costes logísticos y de manipulación y también las pérdidas de producto o desperdicio alimentario de toda la cadena. Los drones jugarán un papel importante en la distribución de la última milla, permitiendo reducir costes y contaminación. Los sistemas de optimización de rutas de reparto con la geolocalización del cliente en tiempo real permitirán conseguir una mayor eficiencia y efectividad en la entrega de productos perecederos.
Y el incremento de la población mundial nos llevará a una mayor necesidad de alimentos básicos que deberá ser compatible con un menor uso de agua y contaminación. La tecnología nos permitirá producir más y mejor, más con menos, para atender a la necesidad de forma saludable y sostenible. Pero también será necesario el cambio de hábitos alimenticios y concienciación de los países desarrollados. Nacerán nuevas formas de agricultura que aprovechen nuevos espacios como mares y desiertos, pero también la ciudad para productos muy frescos de proximidad con poco volumen y peso.
La topografía con drones y big data permitirán analizar de forma más precisa el suelo, sol, agua… en la selección de semillas y tipo de cultivos por parcela para una agricultura más precisa. La reducción de costes de sensores y avances en software de gestión de IoT (Internet of Things) junto con la inteligencia artificial permitirán aplicar telemáticamente y ajustar micrométricamente fertilizantes, productos fitosanitarios y agua mejorando la calidad y eficiencia de los productos que serán cosechados de forma mecánica, sin duda. Habrá grandes innovaciones genéticas. El big data permitirá previsiones meteorológicas a nivel más local y la Inteligencia artificial tomar decisiones automatizadas de riego para el ahorro de agua. La agricultura extensiva, que se ha desarrollado durante el último siglo, evolucionará hacia a una agricultura de precisión más eficiente y sostenible.
Y todo ello convivirá con una nueva PAC, nuevas políticas agrarias, más verdes, más bioclimáticas, más presididas por nuevos paradigmas bajo los que se construirán las futuras agriculturas. Estos serán, por lo menos, los siguientes: ecosistemas sanos, protección de la biodiversidad, economía circular, tecnología digital, nutrición, armonía con la naturaleza, paisajismo, desarrollo sostenible, monitorización de flora y fauna, drones, regadíos climáticos, cambio climático, transformación de residuos biodegradables, aprovechamiento integral de los alimentos, no desperdicios, regeneración de aguas, revertir la pérdida de biodiversidad, patrimonio natural, uso sostenible de los recursos naturales, reconstrucción verde…
Pero todos esos conceptos no nos harán olvidar que la agricultura siempre estará ahí. Va unida a la aventura humana desde que el pastoreo dio paso al cultivo y a la fijación de la población. Sine agricultura nihil, repetimos los agrónomos. Y así seguirá siendo.
Un cordial saludo