Una secesión unilateral de Cataluña se llevaría por delante su enorme potencial exportador, también el agrario, ya que el resto de los Estados Miembros, incluido España, aplicarían la Tarifa Exterior Común (TEC) a las exportaciones de esa procedencia. Y no olvidemos que el 80% de las ventas catalanas de bienes va al resto de España y a la UE, es decir, al mercado comunitario.
Cataluña se asoma a un abismo, también agrario. Por Jaime Lamo de Espinosa
Por Jaime Lamo de Espinosa, director de Vida Rural.
Querido lector:
Hemos vivido hace muy pocas semanas, otra vez, serios problemas en Cataluña con ocasión del 1 y del 3 de octubre. Creo que todo lo que allí está ocurriendo desde hace años es sumamente grave para la vida española y constituye una seria amenaza para el bienestar de los propios catalanes.
Sin entrar en el plano político, solo en lo puramente económico y referido a la agricultura, me gustaría remarcar los graves perjuicios que una hipotética secesión de Cataluña –que no va a ocurrir pues es anticonstitucional pero sobre la que se insiste diariamente–, traería para los agricultores y la economía catalana.
No olvidemos que las ayudas que el sector percibe procedentes de la PAC, es decir, de la Unión Europea, desaparecerían en su totalidad. Y existe un cúmulo de declaraciones de altos dirigentes de la UE, Juncker, Merkel, Cameron, Moscovici, etc., asegurando que, si Cataluña declarara la secesión saldría de la Unión, del euro y dejaría de disfrutar de los tratados y las políticas comunitarias hoy vigentes. Entre otros, de las ayudas derivadas de la PAC.
En el periodo 2007-2017 Cataluña ha recibido fondos del Feaga, en el marco de la PAC, por importe de 2.238,7 millones de euros que supone una media de 319,81 millones/año, destinados a 58.260 perceptores, es decir 5.489 euros por perceptor (todos los datos que se exponen son datos oficiales del FEGA).
El último año 2017 fueron 307,1 millones de euros para 46.478 perceptores. De ellos, 233,5 millones se percibieron en régimen de pago único; 20,8 millones para frutas y hortalizas; 21,3 para vinos y alcoholes; 20,1 para vacuno; 4 para ovino y caprino; 2,24 para arroz y 2,26 para cultivos herbáceos. El resto, hasta los 307,1 millones, han sido ayudas en régimen de pago único, leche y productos lácteos, porcino, apicultura, etc.
En relación con las ayudas a la ganadería Cataluña es la séptima comunidad autónoma perceptora, pero la segunda en ayudas para el vacuno de cebo. En relación con las ayudas por superficie, Cataluña es la quinta comunidad autónoma perceptora de ayudas, también es la tercera receptora de ayudas al cultivo del arroz y es la sexta comunidad autónoma en ayudas a frutos de cáscara y algarrobas.
En cuanto al Programa de Desarrollo Rural (PDR) en el periodo 2014-2020 cuenta con una dotación Feader de 348,7 millones y es por tanto una de las comunidades más beneficiadas por el reparto de estos fondos. Si sumamos el total de la PAC 2014-2020, los importes del Feaga más los de Feader, los agricultores catalanes dispondrán de 2.501,6 millones de euros.
Estas importantes cifras que hoy reciben los agricultores de Barcelona, Tarragona, Lérida y Gerona, provincias sumamente agrarias, serán irremisiblemente perdidas, eliminadas, si el procés sigue avanzando. Cataluña se asoma así al abismo, también al agrario.
Hay un ejemplo que conviene consignar: Escocia lo comprendió bien y votó No en su referéndum de hace años. Y Escocia hoy, cuando el Brexit trata de separar al Reino Unido de la Unión Europea, se mueve intentando la secesión nuevamente, pero ahora para seguir perteneciendo a la Unión Europea. Y en buena medida es por las ayudas PAC y por sus exportaciones agroalimentarias.
Hay muchas similitudes entre Cataluña y Escocia en materia de agricultura, sector que tiene un peso sustancial en el PIB, en su población rural, en su producción vegetal y ganadera y en la industria transformadora de sus productos. El whisky y el cava son paradigmáticos y a ellos podrían unirse sus industrias cárnicas. Serían sectores gravemente dañados por su separación de la Unión Europea.
No sé, ignoro, si los agricultores y ganaderos catalanes son conscientes de todo ello. Creo que no. Los escoceses sí lo fueron y de ahí que su voto rural fuera claramente negativo y decisivo. Una secesión unilateral de Cataluña se llevaría por delante su enorme potencial exportador, también el agrario, ya que el resto de los Estados Miembros, incluido España, aplicarían la Tarifa Exterior Común (TEC) a las exportaciones de esa procedencia. Y no olvidemos que el 80% de las ventas catalanas de bienes va al resto de España y a la UE, es decir, al mercado comunitario.
Más concretamente, sus exportaciones al resto de España son el 43% de sus exportaciones, al tiempo que el 36% a la UE y el 21% al resto del mundo. Cataluña depende mucho del exterior y no puede permitirse que sus aranceles suban alrededor de un 15% pues las consecuencias serían nefastas. Luis de Guindos ya advirtió en su día que tal pretensión sería un suicidio económico.
Con respecto a España, Cataluña vende más a Aragón (1,3 millones de habitantes donde vende 10.781 millones de euros) que a Francia (67 millones y una cifra de ventas de 10.460 millones de euros) o a Alemania (83 millones con ventas de 7.736 millones de euros). Y vende a la Comunidad Valenciana una cifra similar a lo que exporta a Italia. Y exporta tanto a EE.UU como a Cantabria. Una secesión al margen de la ley española y europea la dejaría fuera de los mercados comunitarios y abocada a una depresión gravísima.
Y ello con independencia de otras muchas consecuencias como las que estamos apreciando en su economía: desaceleración del crecimiento (2% frente al 3% nacional en lo que llevamos de año), inversión extranjera de -41% comparativamente con 2017, 3.850 empresas fugadas, de las cuales el 61% se han trasladado a Madrid, caída de nuevas empresas creadas de un -9,5%, 40.000 puestos de trabajo menos, y pérdida de 400.000 turistas respecto al mismo periodo del año pasado mientras crecen en Madrid, Valencia o Andalucía con tasas del 6,8%; 4,2% y 1,5%. Son cifras que inducen a pensar o que deberían hacerlo.
Y no olvidemos que el problema de sus ventas a países extracomunitarios, como Suiza o EE.UU, están relacionadas con los acuerdos comerciales que mantienen con ambos países. Y lo mismo les ocurre con los demás no comunitarios. Y esos tratados no son fáciles de lograr y son numerosos.
Hace años, Reino Unido, en tiempos de Cameron, solicitó un informe a dos expertos catedráticos en Derecho Internacional independientes, James Crawford de Cambridge y Alan Boyle de Edimburgo, sobre las consecuencias internacionales de la separación de Escocia. Según aquel informe, Escocia debería renegociar nada menos que unos 14.000 tratados internacionales relativos a la adhesión a la ONU, las convenciones de derechos humanos o políticos, tratados relacionados con la seguridad, el comercio, la energía y otros muchos aspectos. Y una Escocia independiente tendría mucha menos fuerza para lograr tratados similares de los que disfrutaba y disfruta Reino Unido. Lo mismo le ocurriría a Cataluña.
Cuando desde Barcelona, desde ciertos círculos catalanes, tanto se insiste en las bondades de una pretendida república catalana, convendría que sus responsables pensaran más con la razón que con el corazón y que antepusieran el bienestar de sus paisanos a las maravillas de un mundo imaginario. Si quieres cambiar el mundo comienza por imaginarlo pero partiendo de datos reales, no de supuestos imposibles. Así no te equivocarás.
Y quién esto escribe conoce bien Cataluña, contribuí en buena medida a crear el Salón Alimentaria hace algo más de cuarenta años, hay muchos testigos de ello en Barcelona. Y personalmente me he sentido unido a Cataluña siempre. De ahí mi preocupación por esta riada que está dividiendo la sociedad catalana en dos Cataluñas, otra vez los cainitas y los abelianos que citaba Ramón Pérez de Ayala o Machado con sus dos Españas. Este procés debe ser frenado por el bien de los catalanes.
Un cordial saludo