Alfredo López.
China busca más productividad agrícola a golpe de talonario
La operación anunciada recientemente entre China National Chemical (ChemChina) y la multinacional suiza de fitosanitarios y semillas, Syngenta, para la compra por cerca de 40.000 M€ de esta última, y que podría culminar, si se salvan los imprevistos, a finales de este año, es de la que traen mucha cola informativa.
Se trataría, si llega a buen puerto esta negociación, de la mayor adquisición de la historia de una compañía estatal del gigante asiático y la más elevada dentro del sector mundial de agroquímicos, dentro de la tendencia creciente a la consolidación o concentración del mismo.
Pero, ¿qué busca el Gobierno chino cuando decide sacar su talón multimillonario para tratar de comprar un grupo, en cuya adquisición fracasó dos-tres veces la multinacional norteamericana Monsanto? Pues muy sencillo: el control de una de las carteras de semillas más importantes del mundo, con 6.800 variedades registradas; las sinergias y el “know-how” de un grupo líder en el campo de la investigación genética y la biotecnología, y un activo estratégico de gran importancia para este país en el terreno de la agricultura y la alimentación.
A nadie se le escapa la enorme preocupación que existe entre las autoridades chinas por garantizarse la seguridad alimentaria con un mayor grado de autoabastecimiento. Esto en un país donde menos del 10% del suelo rústico es cultivable y que concentra el 21% de la población mundial (más de 1.400 millones de personas), que crece en su nivel de vida y demanda cada vez más alimentos de “estilo occidental”.
La productividad agrícola en este país es bastante baja, comparada con la de los grandes productores y exportadores del mundo Según la FAO, sus costes de producción en los cultivos básicos más importantes (arroz, maíz, trigo o soja) son casi el doble que en los Estados Unidos. La dimensión de sus explotaciones agrícolas es muy pequeña, con 0,61 hectáreas de media, frente a los casi 162 ha del país norteamericano.
Además, cuenta con cada vez menos mano de obra en el campo y tiene problemas medioambientales y riesgos muy serios de contaminación de suelos en algunas zonas por el uso excesivo de fertilizantes (seis veces más alto que la media mundial). Por si fuera poco, sus tierras de cultivo disminuyeron un 6% en la última década, a medida que iba creciendo la economía del país, según el Banco Mundial.
Sin necesidad de entrar en su política agraria interna, ni en los derechos “tradicionales” de explotación de la tierra de sus habitantes rurales, ni en las grande trabas que existen para aplicar su reforma agraria, lo cierto es que el Gobierno de Xi Jinping, su presidente, es lograr una loable mejora de la producción agrícola interna, incrementando la baja productividad y, en consecuencia, reduciendo la elevada dependencia exterior de estas materias primas.
Por ahora, China no permite los cultivos con semillas modificadas genéticamente, pero sí la importación de productos agrícolas derivados de las mismas. ¿Podría servir la compra de Syngenta, si es que al final se lleva a cabo, para practicar una política más abierta en este ámbito? Es más que probable.
Sería incongruente que ChemChina fuese propietaria de una de las mayores empresas fabricantes de transgénicos del mundo y que sus semillas no se pudieran sembrar en este país. Por si acaso, que tome nota la Unión Europea.
EL DATO
Lechugas sin agricultores y carne sin ganaderos, ¿es éste el futuro del agro?
La empresa nipona Spread anunció que en 2017 tendrá la primera explotación hortícola 100% robotizada, salvo la siembra. Una granja vertical interior, con luz “led”, temperatura y humedad controladas, que producirá de inicio unas 300.000 lechugas y previsión de llegar a un millón en 5 años.
También se ha conocido que varias “star up” norteamericanas (Memphis Meats, Mosa Meat, Modern Meadow…) trabajan en cultivar células animales y biorreactores en tanques de acero, apoyadas por Silicon Valley, para producir carne artificial a coste asequible y dispuesta para su comercialización en años venideros.
Foto. www.lavoixdunord.fr