Hoy esa “caja fuerte de la seguridad alimentaria mundial”, en forma de cuña empotrada en una montaña, almacena más de un millón de muestras de diferentes cultivos de casi todos los países del mundo. Y es una garantía para la alimentación global, para todos.
Décimo aniversario del Depósito Mundial de Semillas de Svalbard. Por Jaime Lamo de Espinosa
Por Jaime Lamo de Espinosa, director de Vida Rural.
Querido lector:
Hoy ruego que se me excuse por llevar el contenido de esta carta a un tema que, a primera vista, puede parecer de escasa relevancia para la agricultura española pero que, sin embargo y a mi juicio, es de un especial interés para la agricultura y la seguridad alimentaria mundial. Y tiene una rabiosa actualidad porque hace unas semanas, a final de febrero, se celebraba en Svalbard (Noruega), el décimo aniversario de la creación en 2008 del Depósito Mundial de Semillas, que es el fruto de algo que se fraguó en 1979 durante la Conferencia General de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), celebrada en Roma, y que tuve el honor de presidir.
En aquella reunión de 1979 la delegación española, que yo presidía, pidió que se llegara a un acuerdo internacional para la creación de un banco de germoplasma bajo jurisdicción de la FAO y esa idea llevó a un acuerdo para la redacción de un Tratado Internacional sobre Recursos Filogenéticos.
Se trataba de crear un banco donde se depositaran el mayor volumen posible de semillas del mundo entero, lo que debería garantizar la conservación de la biodiversidad mundial frente a alguna emergencia dramática futura. Aquella idea se plasmó pues, en un acuerdo de la propia Conferencia. Y aquello dio origen a la firma en Roma de ese Tratado en junio del año 2002, tratado que entró en vigor en 2004. Durante esos años un preclaro investigador e ingeniero agrónomo español, José Esquinas Alcázar, tuvo un papel protagonista en FAO donde trabajaba para el logro de dicho tratado.
De modo inmediato el Gobierno de Noruega se lanzó a una importante inversión de unos 9 millones de dólares para crear en Svalbard una “caja fuerte de la seguridad alimentaria mundial”. Hoy esa estructura, en forma de cuña empotrada en una montaña, almacena más de un millón de muestras de diferentes cultivos de casi todos los países del mundo. Y es una garantía para la alimentación global, para todos. Lo fue, por ejemplo, en años pasados para Siria que depositó en ese banco durante años miles de muestras de semillas y que las retiró parcialmente más tarde, en 2017, para su regeneración en su propio territorio.
Pero no crean que es esta una idea nueva de visionarios filogenéticos. Es una idea que tiene su historia, que no resisto a dejar de narrarla en esta carta. Hay que saber que durante la II Guerra Mundial, el III Reich creó un comando especial bajo el mando de Heinz Brücher, doctor de botánica por la Universidad de Tubinga, cuya misión fue entrar al saco de la URSS para hacerse con las colecciones de plantas, de germoplasma, recopiladas por Vavilov, gran científico soviético que peleó duramente con Lysenko, un ingeniero agrónomo afecto al régimen pero cuyas concepciones genéticas distaba en mucho de ser correctas.
Vavilov buscaba el origen de las plantas y buscó semillas originarias, acumulando una importante colección de germoplasma. Lo aprobado en Roma era, de algún modo, retomar la aventura de Vavilov cuarenta años más tarde de su inicio y de un modo global, para beneficio de toda la humanidad.
Es por todo lo anterior por lo que me ha parecido oportuno dar a conocer el importante trabajo que Noruega y la FAO han desarrollado a lo largo de esta última década y la enorme transcendencia que esta estructura de hormigón de Svalbard representa en términos de seguridad alimentaria mundial. Otro español, ingeniero agrónomo, catedrático de la UPM y subdirector general de FAO durante un tiempo, José María Sumpsi, visitó y siguió las obras de esta caja durante años.
Ojalá que el proceso de acumulación de semillas prosiga como hasta ahora y tengamos allí en ordenado almacenamiento la base global de casi todos nuestros alimentos vegetales.
Un cordial saludo