El gran pacto del agua para un necesitado olivar. Por Jaime Lamo de Espinosa
Querido lector:
Acabamos de pasar unas semanas llenas de incertidumbres políticas. Hemos vivido en ellas la espera, hasta la llegada, de la fecha de la sesión de investidura subsiguiente a las elecciones del pasado 23 de julio, del candidato propuesto por SM el Rey a la Presidencia del Gobierno, Alberto Núñez Feijóo. Y vivido tras un muy profundo y serio debate sobre sus propuestas de gobierno futuro, una votación que, como esperada, no alcanzó por escasa diferencia los votos necesarios para consolidarla.
Debo decir que me pareció sumamente importante, aunque en el debate se le dio escasa relevancia, su propuesta de un gran Pacto del Agua, tan necesario como hemos venido defendiendo aquí muchas veces. Propuso un gran Acuerdo Nacional del Agua (el 5º) que incluía, un plan de acción con 40.000 ME en inversiones hídricas en seis años; la definición de una Red estratégica del agua, para avanzar en una mejor gestión integrada, así como una gobernanza adaptada al siglo XXI; un plan de modernización de infraestructuras, presas y canales, para adaptarlas a las necesidades actuales y un plan de actuación para un uso más eficiente del agua en el regadío. Y concretó: “Señorías, abordar la sequía no es una elección política. No puede serlo. Es inaplazable. Y es imprudente hacer partidismo con ello. No voy a contribuir al enfrentamiento que otros promueven entre el campo y los ecologistas. Los hombres y mujeres que trabajan en el campo son los primeros guardianes del territorio, y desde ese punto de vista, los mejores ambientalistas”. Tenía razón.
Hoy mismo, cuando escribo esta Carta, tengo in mente que el día 16 de octubre, el mundo celebrará el Día Mundial de la Alimentación, bajo el lema “El Agua es Vida, el Agua es el Alimento”. Y así es, sin duda alguna. Un Día que aprobamos su celebración anual en la XX Conferencia General de FAO de 1979 bajo mi presidencia… tuve esa suerte… Y la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos y Biotecnologías lo celebrará ese mismo día este año bajo la presidencia del ministro Luis Planas y del rector de la UPM, Gustavo Villapalos.
Y es que el agua es la base de nuestra agricultura y muy en particular la que hoy traemos a este número especial consagrado al olivar pues celebra un Congreso en Granada en fecha próxima, el 19 de octubre, sobre el reto de la calidad. Un olivar, el español, que hace años era todo de secano pero que hoy va transformándose en cultivo de riego en seto, con altos rendimientos, 1.400 litros de aceite por hectárea, y de gran competitividad mundial. Así, el olivar español es hoy líder mundial en superficie, producción y comercio exterior, 350.000 agricultores viven consagrados al mismo y generan 15.000 empleos en la industria y 32 millones de jornales por campaña. Y es la base de la identidad de nuestra Dieta Mediterránea, la base de nuestra gastronomía. ¡Nada menos!
Sí, hoy España dispone de 2,75 millones de hectáreas de olivar de los cuales unas 850.000 ha lo son en riego. Por la escasez general de cosecha del pasado año, unas 650.000 toneladas, las estadísticas de la Renta Agraria de 2022 (estimación Renta Agraria. MAPA. Marzo 2023) significan en aceite de oliva un aumento de precios de 28% y un aumento en valor de 36,2%. Lo que supone un 10%, aproximadamente, de la Producción Final Vegetal. Unas producciones que se concentran básicamente en Andalucía, Castilla-La Mancha, Extremadura y Cataluña que crece de modo progresivo año tras año. Y su buen cultivo da buen fruto, ya lo dice el refrán, por estas fechas “Los suelos de San Miguel, no son de perder”. Y el propio refranero anuncia la recogida “Por Santa Catalina, coge tu oliva”. O en Valencia “A Santa Catalina, l´olí está a l´oliva”. (Santa Catalina es el 25 de noviembre).
Un olivar sumamente productor de aceite de oliva de gran calidad, virgen extra, sumamente exportador y con un producto cuyo precio ha alcanzado cotas sin igual desde hace años, debido, sobre todo, a la fuerte sequía de esta campaña que ahora se recoge –la cosecha de este año será escasa por la fuerte sequía sufrida– y cuyo precio ha alcanzado ya los 10 €/l envasado. Todos los días vemos páginas enteras de prensa y comentarios de todo tipo en los medios sobre estos precios y el temor a su impacto sobre el IPC alimentario. Un IPC que ya ha cerrado septiembre con un indicador adelantado del 3,5%, aproximadamente, lo que apunta, unido a lo que ocurre con petróleo y energías, a un IPC anual del 3,8-4%. Ojalá me equivoque…
Pero no debemos olvidar que esta campaña que llega es consecuencia de una muy fuerte y dolorosa sequía, que nos trae una cosecha muy, muy corta, inferior al millón de toneladas. Incluso las cooperativas apuntan a una cifra inferior a las 750.000 t. Y nuevamente veremos problemas, casi con seguridad, en toda la cadena de valor. Porque, además, los stocks iniciales de campaña son muy escasos, casi la mitad frente a las casi 700.000 t con que concluyó la campaña anterior. Un muy corto enlace, como se ve. Así pues, si la demanda es sólida, la nueva cosecha corta y la cifra de enlace menguada, todo apunta a problemas en precios que forzarán la cadena en todos sus escalones. Tanto más si en algunos de ellos los costes respectivos –energía, plásticos, vidrio, mano de obra, etc.– siguen creciendo. ¿Con qué intensidad? Es difícil de prever. Sin duda habrá un desplazamiento sustitutivo hacia otros aceites como girasol o colza que paliarán en parte esta tendencia. Y confiemos que la siguiente cosecha entre en una fase de normalidad productiva.
Mientras tanto déjenme que ponga final a esta Carta con un canto al olivar, al “oro líquido”, mediante las líneas de aquellos que supieron escribir con fortuna palabras mayores de gloria en su honor. Así, Antonio Machado cuando decía “¡Olivares coloridos, de loma en loma prendidos, cual bordados alamares!”. Y Federico García Lorca escribía “El olivo es la firmeza de la fuerza y el trabajo”.
Sí, con fuerza y trabajo espero que nos lleguen las aceitunas de esos olivos prendidos en las lomas y confío que nos deparen un futuro año agrícola y comercial más fácil.
Un cordial saludo