El seguro agrario y la protección de la renta agraria. Por Jaime Lamo de Espinosa
Se discute mucho si existe o no cambio climático, pero si se pregunta a los agricultores españoles su respuesta, viendo lo ocurrido en 2023 y cómo va 2024, no puede ser más afirmativa. Hemos tenido una muy alta siniestralidad, lluvias irregulares, escasas, a destiempo, a veces con pedrisco o torrenciales. Todo ello ha sido afortunadamente compensado mediante las 45 líneas de seguros de que goza el campo español en estos momentos.
Por Jaime Lamo de Espinosa, director de Vida Rural.
Querido lector:
Acaba de aparecer la segunda estimación de la Renta Agraria del pasado año que nos aporta datos de enorme interés dado lo singular que fue dicho año y los resultados que se aprecian en el informe emitido por el MAPA.
La primera conclusión significativa es la muy diferente contribución de cada uno de los sectores en la formación de la producción y la renta. Mientras que el sector ganadero ha incrementado su valor en 3.246 millones de euros, la producción vegetal ha descendido 813 M€, contribuyendo a la baja de la evolución de la renta, causada básicamente, como todos sabemos, por la gran sequía y el pésimo año hidrológico que ha afectado a todas las producciones de secano.
Entre los descensos más significativos destacan los cereales por la intensa sequía primaveral que tuvo un carácter ciertamente excepcional. Pero no solo la sequía afectó a los cereales (-34,8%). La caída de la producción del aceite de oliva fue de un -58,6%, la de vinos y mostos del -21,1% y las hortalizas del -3,3%. En resumen, la producción vegetal falló un -12,2%. Si nos vamos ahora al examen del valor en cada subsector comprobamos los fuertes descensos en los cultivos ya mencionados mientras que la producción animal creció un 13,3%, con una importante aportación del sector porcino del 15%, así como de los productos animales, de los que la leche creció en un 21,7% y los huevos en un 30,9%.
Afortunadamente los consumos intermedios (CI) se redujeron en un 4,3% por efecto, básicamente de la caída de precios de la energía (-30,8%) y los fertilizantes (-29,8%).
Naturalmente, una sequía como la sufrida por los fuertes daños producidos en cosechas de secano ha llevado a un fuerte aumento de la contratación de seguros agrarios, el aprecio por los mismos, el aumento del capital asegurado y las compensaciones percibidas.
Se discute mucho si existe o no cambio climático, pero si se pregunta a los agricultores españoles su respuesta, viendo lo ocurrido en 2023 y cómo va 2024, no puede ser más afirmativa. Hemos tenido una muy alta siniestralidad, lluvias irregulares, escasas, a destiempo, a veces con pedrisco o torrenciales. Todo ello ha sido afortunadamente compensado mediante las 45 líneas de seguros de que goza el campo español en estos momentos. Sin duda alguna, se confirma ahora que el seguro agrario y su ley de 1978 es el mejor instrumento de protección del campo y la renta agraria y por eso goza de tan inmenso prestigio nacional e internacional.
En este pasado año la contratación de seguros agrarios creció un 16% y superó, por vez primera, los 1.000 millones de recibos de prima. El capital asegurado se situó en los 17.000 millones de euros por lo que se ha podido afirmar con acierto que “el campo español está en 2024 más asegurado que nunca en su historia” (Silvia Marqués Dos Santos, directora de producción y comunicación de Agroseguro). Es por ello que el 88% de los encuestados confirma su intención de renovar sus seguros.
Frase semejante la encontramos en la pluma del gran experto Tomás García Azcárate, quien afirma: “Los seguros agrarios, la otra joya de la corona de la agricultura española”, y lo puede afirmar con aplomo pues acabamos de sufrir “la sequía más grave en los 45 años de trayectoria del seguro agrario”. La sequía ha recibido casi 500 M€ en indemnizaciones, los pedriscos, 375 M€, y las heladas, 61 M€. Según Agroseguro, la siniestralidad se ha situado en un 169% con un total de 1.241 millones de euros.
Sin duda alguna el cambio climático que estamos viviendo y esta alta siniestralidad está llevando a los agricultores a una adaptación de sus explotaciones, de sus condiciones de cultivo, etc. Comienza a verse la agricultura con otras perspectivas. Y así vemos la sequía con especial angustia en el mundo de los cereales, sobre todo cuando incluso ha hecho su aparición en la ribera rusa del Mar Negro donde se produce la mayor parte del trigo de invierno de Ucrania.
Por ello, al tiempo, las principales organizaciones profesionales agrarias comienzan a sugerir la diferenciación entre “siniestros normales y siniestros excepcionales”, los cuales deberían ser cubiertos de modo diferente.
Habrá que pensar que el cambio climático, nos conduce a una nueva agricultura, que muchas de las disposiciones de la PAC y de las políticas verdes están transformando también un cambio en la estructura ganadera y, por tanto, delante de nuestros ojos, está naciendo una nueva agricultura.
Pero lo peor es que la sequía no parece ser un “algo” del pasado año. Sigue y con dureza. Existe una máxima alerta en ciertas provincias pese a las últimas lluvias. El agua embalsada a 6 de mayo era muy superior (37.149 hm3) a la de igual fecha del pasado año (27.417 hm3), pero algo inferior a la de la semana anterior. Y, en algunas cuencas, como en el Tajo, Duero, Ebro, Miño-Sil, se han observado variaciones negativas en dicha semana. Y en Cataluña sigue la “pertinaz”, aunque algo mitigada por las lluvias de principios de mayo.
Hay que adoptar soluciones porque el problema seguirá. Transformar agua de mar en agua desalada para riego pese a su alto coste energético y reutilizar aguas regeneradas son soluciones que deben ser instrumentadas con presteza. Y no olvidar los trasvases, las interconexiones de cuenca. El Ebro está ahí, al lado, y el Tajo-Segura –cuyo 45 aniversario, con un envío de 5 hm3 en 1979, acabamos de celebrar– sigue necesitando apoyos, a los que se ha sumado, por cierto, recientemente la presidenta de Madrid a los presidentes de Valencia, Murcia y Andalucía.
Como hemos podido leer con fina ironía un chiste de Puebla donde un agricultor afirma “El agua es vida, prosperidad y bien gestionada en España hay para todos”, a lo que responde la chica que le acompaña mordazmente “El problema es la pertinaz política”… Sin comentarios. Política que incluso trata de acabar con la tauromaquia desde el propio Gobierno, aunque frente al ataque al Premio Nacional de la Tauromaquia han surgido decenas de premios provinciales y locales en su favor. La tauromaquia es una fiesta nacional e íntimamente unida a la vida rural, a la dehesa, al campo… al igual que la política hidráulica.
Pero finalizaremos estas páginas celebrando al Santo, a nuestro Santo, San Isidro Labrador, dadas las fechas en que estamos. En 1960 el papa Juan XXIII le declaró mediante bula como santo patrón de los agricultores españoles. Ojalá nos ayude a cambiar la orientación y nos traiga agua y fertilidad a los suelos.
Un cordial saludo