Elecciones 9-J: la importancia del voto rural. Por Jaime Lamo de Espinosa
Estas elecciones del 9-J y sus eurodiputados tienen y tendrán una actuación decisiva con respecto al sector que nos ocupa en esta revista. Tanto más cuanto que el mundo rural de la UE lo forman unos 12/13 millones de agricultores y trabajadores que viven del campo, y de las ayudas de la PAC, que son casi un tercio del presupuesto que les llega mediante subvenciones.
Por Jaime Lamo de Espinosa, director de Vida Rural.
Querido lector:
Escribo esta carta en vísperas del 9 de junio. En estos días no se habla de otra cosa que de las elecciones al Parlamento Europeo, y es normal. No es esta una cuestión baladí porque cada uno de los Estados miembros elige sus eurodiputados, para formar un Parlamento Europeo donde a la postre se concentra el proceso legislativo de la UE-27 y garantiza el funcionamiento democrático de todas sus instituciones. El número que corresponde a España es 61.
El Parlamento es así un colegislador que comparte con el Consejo los poderes de la Unión, supervisa la actividad de la Comisión y coopera con los Parlamentos de los diferentes Estados miembros. Hoy el Europarlamento tiene amplios poderes legislativos y presupuestarios y de ahí la gran importancia de estas elecciones donde España elige a sus diputados cada cinco años, pues los eurodiputados representan a los 450 millones de personas que vivimos en la UE. Y ellos controlan su funcionamiento y las leyes que regulan nuestras vidas.
Y es importante destacar que estas elecciones del 9-J y sus eurodiputados tienen y tendrán una actuación decisiva con respecto al sector que nos ocupa en esta revista: la agricultura, la ganadería y la vida rural. Tanto más cuanto que el mundo rural de la UE lo forman unos 12/13 millones de agricultores y trabajadores que viven del campo y de las ayudas de la PAC que son casi un tercio del presupuesto que les llega mediante subvenciones, pero estas son cada vez más difíciles de alcanzar y más exigentes.
El campo está muy revuelto porque, en general en muchos países europeos están viviendo una situación que en ocasiones se califica de catastrófica. Así pues, los futuros eurodiputados tendrán que corregir el tiro, cambiar la Política Agraria Común, la PAC, si quieren que las revueltas de agricultores que ya vimos hace meses en toda la Unión y en España, no se extiendan con fuerza aún mayor. Tractoradas que el lunes 3 protagonizaron franceses y españoles bloqueando la frontera a causa de las “cláusulas espejo” y pidiendo mayor seguridad alimentaria.
Son muchos los problemas causantes de estas tensiones. La invasión rusa en Ucrania puso en dificultades las exportaciones cerealistas de Ucrania, país que ha sido siempre el mayor exportador del mundo. En el año 2022 los precios de los fertilizantes y pesticidas alcanzaron su cota más alta, aunque con posterioridad tales precios han descendido. Los cereales también alcanzaron sus precios más elevados en aquel año y, aunque descendieron en los siguientes, lo hicieron en tal proporción que los agricultores no han visto compensados los incrementos de costes.
Hay además una fuerte tensión con respecto a los cambios realizados en la PAC especialmente por la reducción obligada de superficies que no deben ahora cultivarse y por la maraña de exigencias burocráticas que son obstáculos mediante papeles en la vida de los agricultores.
Existe además un debate interno de gran intensidad porque las políticas medioambientales se van haciendo poco a poco cada vez más radical-ecologistas y de ahí nacen condiciones cada vez más exigentes respecto a las actividades agrícolas. El Pacto Verde es visto por ello con extraordinario recelo desde el mundo agrario y ello hace sospechar que el voto rural se mueva en una dirección que busca más protección agrícola y menos condicionamiento ecológico. Este voto va a tener una especial importancia en los resultados de estas elecciones.
Los agricultores y ganaderos europeos contemplan además con preocupación las normas sobre bienestar animal y los muchos mensajes que llegan contra el consumo de carnes y contra las llamadas macrogranjas pese a que la ganadería de renta en la UE “es una de las más avanzadas a nivel mundial en términos de bienestar, de protección animal, de bioseguridad y de seguridad en sus productos”, según afirma el profesor Carlos Buxadé. Que en el festival de Cannes de este año se prohibiera en los menús oficiales la carne de vacuno, según nos narran, es una demostración de la incongruencia del mundo rural que vivimos. Y a veces ese mundo ganadero se complica por temas ajenos a la UE como el veto chino a la lana española que ha reducido las exportaciones desde 7.000 t en 2021 a 1.700 kg en 2023.
Y también se teme que las exportaciones de países terceros configuren una competencia desleal en el seno de la UE ya que ellos no sufren las restricciones ni las exigencias que sí padecen los agricultores y ganaderos europeos. Por ejemplo, en los meses que llevamos de este año Marruecos ha exportado a la UE más tomates que España. Es por ello que todo lo que tiene que ver con la apertura de los mercados se contemple con grandes suspicacias, como “fuego amigo”, como ocurre con el acuerdo UE-Mercosur, que sigue negociándose hoy desde el año 2019 y del que se teme que países tan agrícolas con Brasil o Argentina puedan lanzar sus productos en el mercado europeo a precios excesivamente competitivos.
Esto explica que en muchos países europeos se esté pidiendo que el comisario europeo de Agricultura pase a depender del área económica y no de la medioambiental. Existe la percepción de que muchas disposiciones emanan de los Ministerios de Protección Medioambiental y no de Agricultura. Los abundantes ruralistas, enemigos de este medioambientalismo-radical-ecologético, exigen ya a Von der Leyen que baje de su posición de “demasiado verde” y lo mismo puede ocurrir con la supercomisaria Ribera. Tal queja se escucha también en España con cierta frecuencia. Y recientemente, Feijóo y Von der Leyen en Galicia coincidieron en la necesidad de un cambio drástico en la PAC.
No debemos olvidar que la PAC es nuestra política, que nació para fomentar un fuerte incremento de las producciones alimentarias y un aumento de productividad. Que uno de sus principios es la “preferencia comunitaria”, preferencia que ahora no se ve. Y que sirve para armonizar las políticas agrarias de los 27 Estados miembros. Pero como ha dicho muchas veces Tomás García Azcarate “no habrá agricultura Verde en números rojos”.
Además, la geopolítica y el nuevo orden mundial está gravitando sobre los mercados agrarios. Ucrania, China, Oriente Medio, etc., están influyendo sobre los precios básicos en origen que a veces descienden más rápido que los costes, afectando así a la rentabilidad de las explotaciones y de las exportaciones. Y mientras que tales precios se reducen luego quedan estables los precios al consumo al final de la cadena alimentaria, por lo que la diferencia juega en contra de los mercados en origen.
Todas estas incertidumbres son vistas con preocupación por el sector que a su vez añade sus temores por el cambio climático, por sufrir periodos muy secos y excesivamente calurosos.
Seguiremos otro día…
Un cordial saludo