Esta es una obra, gracias a la cual, severos secanos se transformaron en pocos años hasta lograr un total de 126.086 hectáreas regadas, donde dominan cítricos y hortalizas. Lo que implica casi 100.000 empleos directos e indirectos. La huerta de Europa. ¿Por qué se pretende poner ahora en cuestión y hacer peligrar, limitando fuertemente los hm3 de agua a trasvasar, esa riqueza que conduciría aquella zona a lo que fue antes del trasvase, una zona de fuerte emigración y abandono, parte de la España Vaciada?
Enhorabuena por los 43 años del trasvase Tajo-Segura. Por Jaime Lamo de Espinosa
Por Jaime Lamo de Espinosa, director de Vida Rural.
Querido lector:
Hoy escribo estas páginas bajo un doble signo, uno positivo y otro lleno de incertidumbres. El primero es la celebración el pasado 31 de marzo del 43 aniversario del trasvase Tajo-Segura. Y el segundo es mi preocupación por las consecuencias de la guerra y de los paros habidos sobre nuestra economía general y agroalimentaria.
Si hablamos de agua, sequía y trasvase, conviene recordar aquellos versos de Miguel Hernández, el famoso poeta de Orihuela que decía: “¡Agua para la tierra!, todo clama/ y ceñudo el Señor no la derrama/ ¡Ay sequía, sequía/ ni corre un río ni una madre cría!/ Llorad, llorad, lloremos…”. Hoy contemplaría con alegría y sin llanto, al igual que sus paisanos de Orihuela, el 43 aniversario del trasvase Tajo-Segura, cumplido el pasado 31 de marzo, cuando en igual fecha pero en 1979, lo inauguraba el ministro de Obras Públicas, Joaquín Garrigues (gran amigo personal), bajo un gobierno de Adolfo Suárez del que yo también formaba parte. Una colosal obra de ingeniería con un canal de casi 300 km, que nació en la II República de la mano de Lorenzo Pardo y se culminó en tal fecha. Y ahí ha nacido –y hay que protegerla– la “huerta de Europa”, gran monumento y ejemplo a la antisequía.
Y debemos tomar en consideración que el Tajo-Segura ha posibilitado transformar ese rincón de nuestra costa mediterránea, dando vida, rentas y empleo en 61 municipios, en su mayoría de Murcia y Alicante. Mucho cuidado, pues, con lo que parece se pretende aprobar en el Plan Hidrológico del Tajo o se destruirán miles de empleos. Por eso Asaja-Alicante pide a Ximo Puig que se involucre personalmente en la defensa de esta magna obra ante el Miteco. Y por eso contra la expectativa de reducción del 50% del agua del Trasvase, el Sindicato Central de Regantes (Scrats) y numerosas firmas individuales y colectivas, han firmado un comunicado defendiendo el derecho a sus aguas y en contra de ese Plan Hidrológico del Tajo.
Hay que comprender que esta es una obra, gracias a la cual, severos secanos se transformaron en pocos años hasta lograr 44.110 ha regadas en Alicante, 3.831 ha en Almería y 78.144 ha en Murcia, con un total de 126.086 ha, donde dominan los cítricos (57.510 ha) y las hortalizas (38.564 ha). Lo que implica casi 100.000 empleos directos e indirectos. ¿Por qué se pretende poner ahora en cuestión y hacer peligrar, limitando fuertemente los hm3 de agua a trasvasar, esa riqueza que conduciría aquella zona a lo que fue antes del trasvase, una zona de fuerte emigración y abandono? Sinceramente, me parece incomprensible. De no haberlo hecho así hace años esa zona hoy formaría parte de la España Vaciada. Así lo defendí ya en mi Carta del 15 de diciembre pasado y hoy lo vuelvo a repetir.
Pero me preocupa, además, la creciente tensión anti-trasvase que veo y leo en diversos medios. Parecen no tener en cuenta que hoy existen en España otros numerosos trasvases que nadie cuestiona y que muchos de ellos son entre autonomías diferentes. Son al menos, los siguientes: Real Compañía de Riegos de Levante, Alzania-Oria, Ciuraña-Riudecañas, Alto de Tornos, Cerneja-Ordunte, Zadorra-Arratia, Júcar-Turia, Tajo-Segura, Ter-Llobregat, Guadiaro-Majaceite, Del Condado, Ebro-Tarragona, Pas-Besaya, Negratín-Almanzora y Júcar-Vinalopó. Y algunos con cifras anuales de agua trasvasada que superan los 100 hm3. Y sin embargo en estos no hay ni protestas de naturaleza territorial ni críticas a su historial o a su necesidad. Habrá que repetir que el agua no es un bien de propiedad territorial, es de todos y así lo consagra nuestra doctrina jurídica.
La otra cuestión es la economía general y agroalimentaria. Ha terminado el primer trimestre de este anómalo año, que empezamos bajo el signo de la sequía y lo terminamos bajo las consecuencias de la guerra de Ucrania, entre otras una inflación del 9,8% en marzo, la mayor tasa desde mayo de 1985. Una tasa mayor que la de la Eurozona que se ha situado en 7,5%, a su vez la mayor desde la creación del euro, pero inferior a la española. Y Funcas prevé que a final de año el repunte del PIB se quedará en el 4,2%, sensiblemente inferior al 5,6% estimado antes de la invasión de Ucrania. ¿Caminamos hacia la estanflación? Creo que sí, que estamos casi en ella.
Respecto a la sequía yo escribí en una de mis Cartas anteriores que los pantanos estaban en sus niveles más bajos desde hacía años, que las OPAs preveían caídas en los rendimientos elevadísimas y que las previsiones de Aemet eran una primavera menos lluviosa y con temperaturas más cálidas. Pero hete aquí que antes de llegar esa primavera hemos visto caer de los cielos lluvias abundantísimas, torrenciales en algunas regiones de España y la preocupación por la sequía ha sido desplazada por las consecuencias económicas de la guerra, los paros de transportistas y los abastecimientos de piensos y aceite de girasol por dicha guerra.
Pero la guerra y los problemas de los altos costes de los inputs, así como los desabastecimientos coyunturales por la huelga de transportistas y la ausencia de nuestras importaciones tradicionales de maíz y aceite de girasol de Ucrania, han alterado en profundidad las perspectivas del sector agrícola y del ganadero, poniendo en peligro nuestra seguridad alimentaria. Por eso escribía en mi última Carta del 15 de marzo “El Gobierno no puede permanecer impasible”. Y ha actuado, aunque en estos momentos no sabemos bien las consecuencias de algunas de las medidas anticrisis expuestas pero todavía no aplicadas.
Se autoriza a poner en producción 600.000 hectáreas en barbecho para producir más girasol sobre todo, y más cereal y compensar así en parte la carencia de los suministros de Ucrania. (Por cierto he oído a algunos agricultores de Cuenca, provincia muy girasolera, que no sembrarán girasol en sus barbechos porque la caza que vive ahora sin control, gamos, corzos, jabalíes… es tan abundante que devoran los girasoles e invalidan sus siembras. Reto Ecológico debería ser sensible a este problema).
Además, ha habido medidas para resolver el stock de piensos mediante importaciones de maíz y otros de Argentina, EE.UU y Brasil. Y se ha iniciado la reducción en los precios del gasóleo, los de la electricidad –cuando Bruselas dé su conformidad a la fórmula propuesta–, se han añadido los fondos aprobados de la reserva de crisis adoptada por Bruselas, etc., todas ellas medidas excepcionales… aunque las OPAs las consideran “insuficientes”. Habrá que seguir buscando nuevas fórmulas de ayuda para un campo que malvive agobiado por todo este estrés, que es tanto que ha subido el paro agrario en marzo descendiendo al tiempo los trabajadores inscritos en la Seguridad Social.
Mientras la guerra siga no podremos estar seguros de nuestra propia economía… Toca reflexionar y actuar.
Un cordial saludo