“Mi enhorabuena pues, a la Fundación y al Instituto, a los que hoy los dirigen con tanto acierto y a los que hicieron posible llegar hasta aquí, por tan merecido galardón. El Instituto lo merecía y me alegra todo que el Ministerio así lo haya reconocido. A Javier López de La Puerta le hubiera gustado vivir este bien ganado premio”.
Fundación San Telmo de Sevilla, Premio Extraordinario Alimentos de España. Por Jaime Lamo de Espinosa
Por JAIME LAMO DE ESPINOSA. Director de Vida Rural.
Querido lector:
Con sumo acierto, el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente ha otorgado el Premio Extraordinario Alimentos de España, en su edición 2015, a la Fundación San Telmo de Sevilla por los trabajos y actividades de su Instituto Internacional de San Telmo. Y digo con sumo acierto porque, pocas instituciones han hecho tanto en tan escaso tiempo por la agricultura, la cadena alimentaria, la alimentación españolas y por sus empresas, como esta Fundación y su Instituto. Una fundación y un instituto nacidos en julio de 1982, que iniciaron la actividad de su departamento de Empresas Alimentarias en 1984.
La historia de ambas instituciones hay que vincularla a la excepcional personalidad de su creador, Javier López de la Puerta, sevillano insigne, ilustre agrarista, enamorado de la política agraria, que se introdujo en ella a principios de los 80 y que se mantuvo en la lucha por la agroalimentación española hasta su fallecimiento.
Conocí a López de la Puerta, a mi buen amigo Javier, cuando, en marzo de 1978, iniciamos en el Ministerio de Agricultura la primera negociación conjunta de precios agrarios habida en España. Yo había publicado en 1971 e insistido, tras varios viajes y reuniones en el entonces Feoga de Bruselas, sobre la necesidad de negociar y acordar los precios agrarios de todos los productos regulados en un solo momento del año.
Esto rompía con una vieja práctica de negociar, en el Forppa, campaña tras campaña en diferentes momentos. Afortunadamente en los Pactos de la Moncloa (octubre 1977) y en su “capítulo agrario”, conseguimos introducir, Fernando Abril y yo, el acuerdo de negociar, para la campaña siguiente, todos los precios de una sola vez. Y en aquella mesa de negociación se sentaron cuatro organizaciones agrarias, una de las cuales, la Confederación Nacional de Agricultores y Ganaderos (CNAG) estaba presida y representada por Javier López de la Puerta.
Pronto comprobamos todos, que la voz de Javier era la voz de la sensatez, la inteligencia, el buen sentido, el conocimiento profundo de los sectores, la sabiduría de acotar los límites posibles, la habilidad negociadora, la capacidad de pacto, etc. Aquellas jornadas interminables tejieron una inmensa amistad entre ambos y por mi parte un inmenso respeto hacia su persona.
Pero Javier quería hacer de la agroalimentación andaluza una potencia en España y en el mundo. Y sabía que para eso era necesario crear talento, inteligencia y capacidad de gestión empresarial. A los extraordinarios recursos naturales de Andalucía él quería añadir la Administración de Empresas, la Innovación Alimentaria y una visión integradora, global, de la cadena alimentaria. Para ello creó la Fundación y el Instituto San Telmo.
En 1984 puso en marcha el primer Programa de Dirección de Empresas Agrarias (DEA). Fue una actividad rompedora y sin precedentes en el mundo académico español de entonces. Pronto, de inmediato, los empresarios agrarios andaluces comprendieron que había que pasar por las aulas del San Telmo para estar al día, para saber qué hacer y cómo hacer, para “ser alguien”.
Corrió la voz, y pronto, empresarios de otras autonomías comenzaron a matricularse en el Instituto. Y al tiempo, éste empezó a establecer una red muy amplia de relaciones con otras escuelas de negocios (Harvard, IESE, Ipade, etc.). Posteriormente en el año 2000, San Telmo apuesta por expansionarse en España y establece cursos en distintas capitales. E incluso sale al exterior, con seminarios de corta duración en Portugal, Marruecos, Irlanda, Italia, etc.
Y, en 2003, pone en marcha el programa Adeca que celebra anualmente en Sevilla y que se concibió –y así se mantiene– como un foro de reflexión estratégica al máximo nivel, durante ocho intensas jornadas, para presidentes, consejeros delegados, directores generales de empresas, nacionales e internacionales. Ese modelo ha sido además capaz de exportarlo a otros países como México, Portugal, Irlanda, Rusia y este año a EE.UU (Miami).
Por los programas de la Fundación han pasado ya unos 7.000 empresarios y directivos pertenecientes a todos los eslabones de la cadena alimentaria: agricultores, ganaderos, industria de transformación, canales de distribución, logística, biotecnología, proveedores de inputs, consultoría, e-commerce, etc. Ese es el gran resultado del espíritu y los valores de la Fundación: considerar la formación, la potenciación del talento, como una herramienta indispensable para dirigir un negocio de manera ética, rentable, eficiente, sostenible y competitiva.
Su método de enseñanza es el famoso “método del caso” y por eso a lo largo de estos 35 años de vida San Telmo ha elaborado y escrito más de 200 casos de empresas agroalimentarias cuya lectura recomiendo a cualquier persona interesada. Estamos ante la mayor base de documentos pedagógicos de esta índole existente en Europa.
Mi enhorabuena pues, a la Fundación y al Instituto, a los que hoy los dirigen con tanto acierto y a los que hicieron posible llegar hasta aquí, por tan merecido premio. Para mí ha sido siempre un orgullo colaborar como profesor de dicho Centro. El Instituto merecía este premio y me alegra todo que el Ministerio así lo haya reconocido. A Javier le hubiera gustado vivir este bien ganado premio.
Un cordial saludo