Jordi Pujol, agricultor-actor de la película «Alcarrás»: “O se cuida a los agricultores o dentro de 15 años la agricultura como la entendemos ahora no existirá”
Rosa Matas. Lleida
Jordi Pujol Dolcet es Quimet, el agricultor enfadado por perder sus tierras en «Alcarràs», la película de Carla Simón, elegida por la Academia española de Cine para competir por el Oscar a mejor película internacional. La cinta, en la que junto a él son actores y extras muchos payeses de Lleida, cuenta la última cosecha de melocotón, nectarina y paraguayode una familia del pueblo de Lleida que da nombre a la película, en tierras en las que al acabar la recolección se arrancarán los frutales para colocar placas solares. La productora le preseleccionó para el papel en una manifestación en Lleida en la que los payeses reclamaban precios justos.
¿Agricultor a tiempo parcial?
Sí, soy agricultor a tiempo parcial, me dedicaba solo al campo, pero lo dejé porque no se podía aguantar y encontré trabajo en la brigada del Ayuntamiento de Soses. Tengo nectarina.
Se fijaron en usted en una manifestación.
Fui con unos compañeros a Lleida. De cada pueblo salimos agricultores en las furgonetas con las pancartas en las que pusimos «Salvemos la agricultura». Estaba con un grupo de seis o siete compañeros y una trabajadora de la productora me dijo que estaban buscando gente para el casting de un personaje en el que encajaba por la edad. Educadamente le dije que no me interesaba. El padre de ella era uno de mis compañeros en la manifestación y al final hice el casting.
Su padre me aconsejó que si tenía la suerte de que me cogieran para el papel que lo hiciera. «Si tienes la suerte de hacer esta película serás inmortal», me dijo. Me he acordado algunos días de aquel momento.
A la película le ha ido bien y sigue yendo al campo.
Sí, cada día. Mientras hacíamos la película no, lo tenía muy descuidado. No me daba para más.
El 70% de la fruta de hueso de Lleida se ha pedido por las heladas. ¿Le ha tocado?
A mí no me ha helado. La tierra la tengo en un sitio que no había helado nunca, me ha afectado un poquito, que me ha ayudado porque tuve menos trabajo en el aclareo. Pero para la mayoría de gente ha sido un desastre. Es una campaña muy dura.
En la manifestación que le abrió la puerta al casting se reclamaban mejores precios para la fruta. Hace mucho tiempo que se pide lo mismo.
Esto ya es muy viejo. Cuando se hizo esta manifestación (2019) hacía dos o tres años que los precios eran un desastre La gente sufría. Muchos agricultores dejaban la agricultura y se iban a trabajar a una fábrica o donde fuera. Los que podían. Algunos agricultores no pueden dejar la agricultura porque están muy hipotecados y van dándole a la rueda porque si paran lo pierden todo.
Hubo mucha gente que pudo y dejó la agricultura. La manifestación era por eso, pedimos que nos paguen el precio que toca.
¿Para qué ha servido «Alcarràs» en el mundo de la fruta?
Yo al principio no quería hacer la película porque tenía la sensación de que cuando se hablaba de agricultura en televisión o en los diarios se hablaba mal. O ensuciamos, o contaminamos o maltratamos…. Era un desastre.
La gente que ha visto esta pelicula creo que entiende un poco más la agricultura. Mucha gente no sabía de qué iba esto. La gente sale del cine comprendiendo que la agricultura es un trabajo muy duro.
Su personaje, Quimet, está enfadado en muchos momentos de la película, las cuentas no le salen.
Carla Simón quería transmitir eso. Ella ha venido en verano a Alcarràs y veía trabajar a sus tíos. Como Quimet, hago lo que hacen muchos agricultores al frente de su finca, preocupado por precios y el tiempo. Es normal que se ponga nervioso, en unos días tiene que recoger la cosecha y un temporal puede hacer que se pierda todo. No siempre es así,
La película es la mejor campaña de melocotón que se ha hecho.
Estuvo muy bien porque cuando empezamos el rodaje, no sabía nada de cine, aunque iba mucho cuando era joven. La gente del equipo de rodaje, a medida que pasaba el verano, iban sufriendo el calor en sus carnes y veían el trabajo. Ahora, el equipo de la película ya no va a mirar el precio del melocotón en el súper. Algunos me lo dijeron durante el rodaje.
Y un café vale más que un kilo de melocotón.
Esto es una pena. No sé quién tiene la culpa. El otro día fui a ver la película a Jaca y había un pastor que nos dijo que le pagaban el cordero igual que hace 27 años. No se puede aguantar.
En Lleida han desaparecido muchos pastores y muchos agricultores lo están dejando. Si te cuesta un céntimo hacer una cosa tienes que cobrar un céntimo y un poquito más.
¿A qué precio vende la nectarina respecto a hace 20 años?
Hace 20 años estaba a 50-60 pesetas, incluso más, y ahora muchos años no llegamos. Hace un par de años decíamos que si cobrábamos a 30 céntimos cubríamos gastos, que esto es perder dinero. Este año nos vamos a los 40 céntimos. Este año los precios pueden ser buenos porque no ha habido fruta. El año que haya mucha, ya veremos como nos pagan.
A veces lo que reclamamos es cuatro o cinco céntimos más, que es lo que permitiría que los agricultores jóvenes se quedaran. Porque el problema es este. Que la gente joven no se quiere quedar en el campo. Ve a sus padres sufrir lo que están sufriendo y se van a hacer lo que sea.
La película toca temas muy sensibles en el campo, tierras no escrituradas o invasión de placas solares.
Conozco gente a la que les han pagado un montón de dinero por instalar molinos eólicos. Les alquilan la tierra durante unos años y pagan bastante dinero. Ahora quieren hacer macroganjas de placas. No piensan en los agricultores, en la gente que vive en esas tierras y de esas tierras.
Pero la gente no está en contra de las renovables, al contrario. Repartamos el negocio entre todos. Hay tierras poco fértiles, hay muchos tejados de granjas, de naves, que ya están construidos. En Alcarràs hay un proyecto fotovoltaico de unas 700 hectáreas.
Se ven también temas muy actuales en Lleida como la plaga de conejos.
Sí. Hace años que lo estamos sufriendo. Ahora parece que la Generalitat está poniéndose las pilas. Nos están ayudando los agentes rurales, pero no es suficiente. Cazar es una obligación. La plaga es muy bestia. Los conejos se lo comen todo. Están colonizando cada vez más terreno.
Es presidente de la sociedad de cazadores de su pueblo.
Porque nadie lo quiere ser. Yo ya no cazaba y al trabajar en el Ayuntamiento el alcalde me dijo que no podíamos dejar el coto libre. Los conejos suben a las copas de los frutales. No lo habíamos visto nunca.
Ahora cazamos de noche con los agentes rurales y nos los encontramos comiendo encima de los árboles de tres metros de altura. Estamos viendo cosas muy raras.
¿Qué les pediría a los políticos?
Un agricultor aguanta hasta que ya no puede más. Son los políticos los que pueden decantar una situación para un lado o para otro. O cuidan a los agricultores o dentro de 15 años la agricultura como la entendemos ahora no existirá. Y que un agricultor deje la agricultura no será el problema, lo tendremos como sociedad.
¿Por qué no se ayuda a los agricultores jóvenes a que puedan vivir dignamente? La gente mayor, que estamos a 15 o 20 años de jubilarnos, aguantará lo que pueda, pero la gente joven no está tomando el relevo.
En la película se ve con Roigé, mi hijo, quiere ser agricultor. En casi todas las casas hay un chaval o una chavala que quisiera continuar. Pero ven que no se puede.
¿En qué le ha cambiado la vida «Alcarràs»?
Mi vida estaba bastante bien y está aún mejor. Estoy muy contento. No quería hacerla. Suerte que al final me convencieron entre todos. He tenido la experiencia del mundo del cine.
¿Se ve en la entrega de los Oscar?
El otro día, cuando la película fue elegida, no quería pensar. Iba conduciendo y en la radio escuché que se había seleccionado «Alcarràs». Ojalá lleguemos allí. Sería bonito.