La biomasa será un tema esencial para lograr el objetivo futuro fijado por Bruselas para 2020: que el 20% de la producción de energía dentro de la UE se cubra con energías renovables. Y tal es el objetivo fijado por la One Planet Summit.
La biomasa, una prioridad frente al cambio climático. Por Jaime Lamo de Espinosa
Por JAIME LAMO DE ESPINOSA, director de Vida Rural.
Querido lector:
Empezamos el nuevo año llenos de esperanza por la magnífica evolución que la economía española ha tenido a lo largo del año que ya se nos fue, tanto en términos de PIB como de empleo, comercio exterior, turismo, etc. Los últimos apuntes de creación de empleo y del turismo en número de personas y cifra de gasto nos han arrojado datos no conocidos hasta ahora. Y algunas de nuestras previsiones macroeconómicas parecen configurar un 2018 que puede ser magnífico si el tema catalán no altera la gran confianza existente en el mundo inversor internacional sobre la economía española.
En mi última carta me referí a la cumbre habida en París, la One Planet Summit, organizada por el presidente Macron con el apoyo del Banco Mundial y de Naciones Unidas sobre el cambio climático y el calentamiento global. Comenté entonces el tema de las energías renovables porque fue el más tratado en aquella cumbre donde el carbón, el gas y el petróleo fueron considerados como “energías del pasado” y donde se hizo una apuesta fuerte y clara sobre las energías renovables. Y comenté el caso de la energía hidráulica en España.
Hoy quisiera referirme a otra energía renovable de la que hablamos menos y sobre la que, yo creo, que centramos menos nuestra atención. Y digo “nuestra” porque incluyo la escasa atención que creo se presta tanto desde España como desde la Comisión Europea a la biomasa, que forma también parte de las alternativas energéticas del momento presente.
Un artículo publicado en ABC (7.1.2018) firmado por J. González Navarro, nos ha recordado a todos que las bioenergías cubren en el caso de Suecia 132 días, nada menos, al año de consumo energético. Ese es el caso máximo. España se encuentra en esa escala de días de consumo cubiertos por la biomasa en un lugar muy retrasado –el 24º de la UE, estando Portugal en el 9º puesto– con tan solo 28 días, frente a una media Europea de 41 días y Portugal con el doble, 58 días. Y se puede hacer mucho más, porque por encima de la media europea se sitúan catorce países de la UE y por encima de los 100 días de consumo tenemos a cinco en lugar destacado: Suecia, Finlandia, Letonia, Bosnia y Estonia.
Queda claro pues que nos queda mucho por hacer. Pero debe quedar claro sobre todo que la biomasa será un tema esencial para lograr el objetivo futuro fijado por Bruselas para 2020: que el 20% de la producción de energía dentro de la UE se cubra con energías renovables. Y tal es el objetivo fijado por la propia Summit.
Un estudio desarrollado por la Asociación Europea de Biomasa (Aebion) manifiesta que Europa podría abastecerse con biomasa 41 días al año. Y el presidente de la Asociación Española de Valorización Energética de la Biomasa (Abebion), Javier Díaz, nos recuerda que la bioenergía es la fuente de energía renovable más importante de Europa.
Es cierto que en España la biomasa aporta ya hoy el 6% de la energía primaria consumida en nuestro país habiéndose duplicado esta producción en los últimos quince años. Y que es un sector que aporta el 0,34 del PIB y genera casi 25.000 empleos directos e indirectos. Pues bien, la mitad de tales empleos están relacionados con el aprovechamiento forestal.
Es evidente que nuestros bosques no son los de Suecia, Finlandia, etc. Son bien diferentes. Nuestro bosque mediterráneo es más pobre pero no se le consagra la dedicación que se debiera. Parece siempre un valor residual de nuestra agricultura. Y no debemos olvidar que hoy tenemos unos 27,6 millones de hectáreas forestales, de las que 1,4 millones son del Estado o de comunidades autónomas y 6 millones de ayuntamientos (hemos excluido de tal cómputo las algo más de 600.000 ha de montes vecinales en mano común). El resto, es decir unos 20 millones de hectáreas, son de propiedad privada.
Y esos millones de hectáreas, públicas o privadas, ¿generan rentas o costes? La mayor parte de esos montes son hoy fuente de gasto de ayuntamientos y comunidades (prevención de incendios, cuidados forestales, etc.) así como de particulares. Y muy poco de ingresos, porque ni el aprovechamiento de leñas, resinas, pastoreos, caza, etc., generan ingresos que compensen los costes a la propiedad.
Sin embargo esos millones de hectáreas, constituidas por zonas de monte y bosques, deberían hoy cumplir dos objetivos: la producción de biocombustibles y sobre todo generar empleo en el medio rural que se despuebla, en la España vacía, cuestión esta, como bien saben mis lectores, que me preocupa mucho desde hace muchos años.
Nuestros bosques ayudan a combatir el efecto invernadero y a favorecer una evolución positiva del cambio climático. No solo debemos conservarlos sino además aprovecharlos para biocombustible, sean públicos o privados. Todos ellos ejercen una función en beneficio de la sociedad que hoy no es remunerada. Y estamos en presencia de un “capital natural” que debe ser conservado y potenciado. Nuestra sociedad es una gran consumidora de naturaleza pero los propietarios de ese capital no reciben pago alguno por sus servicios ambientales y, a mi juicio, deberían recibir un pago por el carbono que secuestran y por los servicios ambientales que prestan.
Sí, debería haber políticas públicas de pagos por los servicios de tales ecosistemas. Y esto tendría que ser planteado y defendido en el marco de los objetivos de la nueva PAC que no solo está obligada a concentrarse en la superficie agrícola útil (SAU) y los productos, sino también, y de modo muy especial, en la protección del medio rural, de los pueblos y aldeas, la conservación de dicho medio y, por tanto, en los servicios medioambientales y en favor de nuestras superficies forestales.
Por ello la biomasa debe ser una prioridad frente al cambio climático y a la nueva sociedad. Hagámoslo posible.
Un cordial saludo