Las aguas, un bien de dominio público hidráulico. Por Jaime Lamo de Espinosa

Las aguas, un bien de dominio público hidráulico. Por Jaime Lamo de Espinosa

Vienen tiempos irregulares, lluvias y sequías que aparecerán en momentos indeterminados, momentos diferentes a los acostumbrados, y frente a ellos hay que adoptar una postura tecnológicamente inteligente y que permita aprovechar las aguas que nos lleguen para los momentos en que nos falten.

Por Jaime Lamo de Espinosa, director de Vida Rural.

Querido lector:

Los días de Semana Santa, absolutamente pasados por agua merced a la borrasca Nelson, nos han aportado datos pluviométricos desconocidos para esa época, teniendo graves y tristes efectos sobre los pasos procesionales en toda España, pero muy en especial en Andalucía y Castilla. Y todo ello ha conducido a mucha gente a creer en el cambio climático, borrando así las dudas que tenían con anterioridad. Dudas que alcanzan incluso a unos de los fundadores de Greenpeace, Patrick Moore, que dice ahora que el alarmismo climático es cien por cien falso. Pero una Semana Santa como la ocurrida demuestra su error. Y pasada la misma hemos tenido alguna racha de calor pero Aemet nos anuncia la llegada de otra borrasca, Pierrick, cargada de agua, nieve, frío y viento. Es otro clima… De hecho, 2023 fue el año en que todos los indicadores del clima rompieron todos sus récords, según la Organización Meteorológica Mundial (OMM).

Hemos visto en esta semana algunos lugares de España donde han caído hasta 500 l/m2 y en muchos otros más de 200 l/m2, hemos visto grandes torrenteras arrastrando ríos en el norte, en el sur y en el centro, hemos visto nevadas importantes básicamente en el norte y granizadas de toda índole. En suma, hemos percibido un cambio climático intenso en gran parte de nuestra geografía. Se nos ha dicho y repetido que hacía muchas décadas que no se veía una Semana Santa así…
Esta Semana Santa será recordada por la borrasca Nelson que ha regado todo el país y que ha acabado con la sequía de los últimos tiempos. Las lluvias de Semana Santa han subido 13 puntos las reservas de agua de los embalses andaluces. Los cofrades se han quedado sin procesiones, pero muchos de ellos, que son agricultores, han visto con ilusión y agrado la pluviometría dominante.

Y veníamos de una sequía profunda, sequía que comentábamos como algo inevitable y duradero, sequía que nos recordaba aquello de la “pertinaz sequía”, sequía que estaba afectando de modo muy intenso en Castilla y Andalucía y sequía que nos generaba unos embalses que poco a poco veían disminuir su volumen em­balsado y que infundían serios temores de cara al futuro.

Sin embargo, hemos entrado en abril con un estado general de los embalses positivo (embalses.net a 9 de abril), con 36.992 hm3 de agua embalsada, es decir un 66,01%, cifra superior en más de 15 puntos a la del pasado año por estas fechas y muy semejante a la media de los últimos 10 años.

Pero si examinamos el estado de los embalses por cuencas nos damos cuenta de que algunas han mejorado sustancialmente como Guadiana (51,16%) o Guadalquivir (46,16%), y otras siguen en situación crítica como Cataluña interna (17,58%), Segura (24,30%) o Guadalete (29,86%). Un examen territorializado de nuestros embalses nos demuestra, una vez más, que, como ocurre ahora, hay un conjunto de ellos con más del 50% de agua embalsada: Tajo, Ebro, Duero, Miño-Sil, Jú­car, Galicia, Cantabria occidental y oriental y País Vasco interno. Prácticamente toda la mitad norte de nuestro país almacena agua por encima del 50% de su capacidad.

Son volúmenes muy apreciables. Con los datos expuestos se demuestra que media España ha salido de la sequía meteorológica pero el área mediterránea, desde Cataluña a Almería no ha hecho sino empeorar. Mientras tanto, menos embalses y de menores capacidades, almacenan agua en proporciones muy escasas.
Cualquiera que examine despacio esta situación, que piense en la irregularidad de nuestra geografía pluviométrica, que comprenda que las aguas son un bien de dominio público, que las aguas no son de nadie sino del conjunto, debería concluir en la necesidad de llevar a cabo un gran programa hidrológico de trasvases de agua entre cuencas. Es muy poco lo que habría que trasvasar hacia el sur y es mucha el agua abundante en las presas del norte. Sería la única manera de prepararnos frente a sequías crónicas.

Es cierto que ello suscitaría probablemente el sentimiento de posesión que cada territorio tiene de sus propias aguas. Castilla-La Mancha no quiere oír trasvasar aguas del Tajo y por eso pone en cuestión constantemente el Trasvase Tajo-Segura. Pero la ministra Teresa Ribera ha dicho muy claramente que “el agua del Tajo es de todos”. Sin duda… Tiene razón.

Es normal que en esas condiciones y dadas las nuevas dotaciones de agua de Entrepeñas y Buendía, los presidentes de la Comunidad Valenciana y Murcia hayan visto con satisfacción y esperanza un horizonte positivo para los volúmenes a trasvasar desde el Tajo al Segura. Un trasvase que nos llega desde Lorenzo Pardo en la II República, que abre sus puertas en la Transición y que es una obra icónica de lo que debe ser una España regulada con inteligencia y tecnología. El trasvase Tajo-Segura no debería sufrir en los próximos tiempos ningún recorte porque hay agua suficiente dado el nivel en que se encuentran los pantanos proveedores del Tajo que disponen de agua suficiente.

Pese a ello, rápidamente, Castilla-La Mancha les ha advertido de que “no son dueños del agua que ellos embalsan”. Claro…tampoco lo es Castilla-La Mancha. Las aguas no pertenecen a ningún territorio. Sin embargo, se observan anomalías notables. El Ebro ha llenado sus embalses a rebosar. Y Barcelona necesita agua. ¿Irá desde el Ebro o desde Valencia? Y mientras que Barcelona pasa sed, el Ebro se desborda. Un solo embalse, Mequinenza, sube de nivel en un año el triple del recorte del Tajo-Segura y acumula reservas por encima el 92%. Al tiempo algunos pretenden llevar aguas a Cataluña desde desaladoras valencianas estando ahí el Ebro… parece una gran… boutade, un gran sinsentido. ¿Hay alguien que lo entienda? Yo no, desde luego.

Conviene ante esta situación reflexionar sin apriorismos. Vienen tiempos irregulares, lluvias y sequías que aparecerán en momentos indeterminados, momentos diferentes a los acostumbrados y frente a ellos hay que adoptar una postura tecnológicamente inteligente y que permita aprovechar las aguas que nos lleguen para los momentos en que nos falten. No cabe alegar ahora que deben destruirse pantanos o presas para que las especies piscícolas puedan moverse mejor porque ello reduce las aguas embalsadas con el solo beneficio para Portugal que ve cómo aumentan las aguas que le llegan desde nuestros ríos.

Muy al contrario, hay que construir más presas, de menor tamaño, y en más lugares, allí donde puedan aprovecharse las aguas cuando lleguen de la mano de nuevas borrascas. Y todo ello para combatir sequías y asegurar, garantizar el abastecimiento de poblaciones, industrias, turismo, riego, por tanto agricultura y la alimentación. Pensemos en ello. Creo que vale una reflexión de cierta profundidad.

Un cordial saludo

Desarrollado por eMutation New Media.