«Unidad ante la reforma de la Política Agraria Común (PAC)». Eduardo Moyano
Unidad ante la reforma de la Política Agraria Común (PAC)
Eduardo Moyano Estrada. Profesor de Investigaciòn. Catedrático de Sociología del Instituto de Estudios Sociales Avanzados (IESA-CSIC).
Todas las reformas de la PAC son complicadas, pero ésta, de ahora, que definirá lo que será la política agraria común europea para el periodo 2021-2027, lo es aún más. Se va a negociar en un escenario restrictivo marcado por los recortes ocasionados por el Brexit y por las nuevas prioridades de la Unión Europea (migración, cambio climático, seguridad, defensa,…), recortes que implicarán un ajuste presupuestario en los fondos destinados a la PAC.
Y ya se sabe que, en escenarios restrictivos, las negociaciones son especialmente difíciles, como lo serán las que tendrán lugar en el marco de los trílogos entre Comisión, Parlamento y Consejo (de Ministros de Agricultura).
La experiencia de las negociaciones europeas nos dice que la capacidad de influencia de un país no depende ni de su tamaño, ni de las posibles alianzas que establezca con otros países, sino sobre todo de que presente una posición unitaria.
Países de los considerados pequeños como Dinamarca o Portugal, suelen ser muy influyentes en ese tipo de negociaciones porque sus representantes políticos y profesionales presentan una posición sin fisuras, lo que le da credibilidad y solvencia.
Desgraciadamente, España, en demasiadas ocasiones, no ha sido capaz de presentarse con una posición unitaria en las mesas de negociación de la UE, mostrando en público, y sin pudor alguno, las discrepancias entre los distintos grupos de intereses y entre las Comunidades Autónomas.
Cada uno procura barrer para casa, defendiendo intereses particulares y estableciendo estrategias propias de “lobby” a través de las numerosas oficinas que proliferan en Bruselas (ya sean de cada organización agraria, de cada Comunidad Autónoma o de las diversas organizaciones sectoriales).
El ministro Planas ha sido claro al señalar que si no se va unido a la negociación de la reforma de la PAC, la posición de España será débil, y tendremos muchas dificultades para salir airosos.
Su mensaje de que es necesario distinguir, de un lado, entre una primera fase negociadora (la que concierne al “sobre nacional”), que se dirimirá en las instancias comunitarias (Parlamento, Consejo y Comisión, pero también en el COPA-COGECA y en los comités consultivos), y de otro, una segunda fase, interna, dentro de nuestro país, para distribuir ese “sobre” entre las diecisiete Comunidades Autónomas, es un mensaje nítido.
Con ello lo que quiere decir nuestro ministro de Agricultura es que no es bueno mostrar públicamente discrepancias, aunque las hubiere, en la primera fase de la negociación, sino procurar alcanzar una base de acuerdo entre todos (OPAs y Comunidades Autónomas), para sobre esa base fijar la posición española.
Viene a decir, en definitiva, que no es bueno que en esta primera fase las CC.AA. hagan la guerra por su cuenta en Bruselas, defendiendo sus intereses particulares, como tampoco lo es que cada organización profesional agraria defina a su modo sus propias estrategias.
Aparcar diferencias
Pide que esas discrepancias, si existieran, se planteen en la Conferencia Sectorial (donde se reúne el ministro con los consejeros de las CC.AA.) o en el marco de la interlocución agraria (con las OPAs y cooperativas), y siempre con voluntad constructiva de alcanzar acuerdos que fortalezcan la posición de España en las instituciones europeas.
En ese sentido, el “Pacto por la PAC” firmado hace unos días por las tres OPAs y la Confederación de Cooperativas va en la buena dirección. Asimismo, la intervención de Planas en la Comisión de Agricultura del Congreso de los Diputados, ha ido en ese mismo sentido, buscando el apoyo de todos los grupos políticos (ya que muchos de ellos tienen sus ramificaciones en el Parlamento Europeo).
Por su parte, con la reunión de la Conferencia Sectorial con las CC.AA. del pasado martes 12 de junio, ha procurado el Ministro limar diferencias y alcanzar un acuerdo para la primera fase de la negociación de la PAC.
Hay que ser consciente de que en una agricultura tan diversa como la española, y con las competencias agrarias transferidas en casi su totalidad a las CC.AA., no es fácil alcanzar acuerdos debido a las divergencias que pueda haber sobre los posibles efectos de la PAC.
Pero, como señala el ministro Planas, es necesario aparcar esas diferencias en la primera fase de la negociación en Bruselas, para luego expresarlas con claridad en la segunda fase, cuando se sepa la cuantía de lo que le corresponderá a España. Ese será el momento, y no ahora, de abrir la negociación, que será dura, entre las CC.AA. para la distribución de las ayudas de la PAC.
Esperemos que los gobiernos de las CC.AA. estén a la altura de la magnitud del problema, como la han estado las OPAs con el mencionado Pacto por la PAC, a pesar de sus tradicionales diferencias.
Esperemos que los gobiernos de las CC.AA. muestren lealtad institucional con el MAPA, al menos en la primera fase de una negociación en la que el sector agrario español se juega mucho. Unidos se puede, pero divididos seremos débiles.