Sin duda, hay que alegrarse de que las exportaciones agroalimentarias crezcan y de que España sea hoy la octava potencia mundial en este ámbito. Como también hay que solazarse de nuestros buenos alimentos que llegan al mercado y que atesoran una indudable y contrastada calidad.
Tomate fresco, “barato, barato” de Almería para el mercado de la UE
Alfredo López. AgroNegocios
Se trata, en todo caso, de la cara guapa y amable de la luna. Los políticos e incluso el propio sector agroalimentario se olvidan, muy a menudo, de la otra cara: de la que permanece oculta y es menos amigable.
Somos líderes mundiales en las ventas al exterior de productos alimentarios, como el aceite de oliva, el vino, la carne y derivados del porcino, cítricos y varias frutas y hortalizas, pero este “éxito” no se ve reflejado la mayor parte de las veces en las rentas del sector productor.
¿Se piensa sobre quién se queda con la carga del beneficio y del valor añadido cuando se crece fuera? ¿Por qué si mejoran tanto las exportaciones y somos tan buenos en los mercados foráneos, todo eso no se traduce en mejores precios para los agricultores? ¿Acaso solo somos competitivos cuando vendemos más barato que el resto de nuestros socios comunitarios?
He aquí para no ir demasiado lejos el ejemplo del tomate para su consumo en fresco. Según un informe de la Comisión Europea, del que se hace eco ASAJA-Almería, la producción española de esta emblemática hortaliza se comercializa a precios más bajos que el tomate cultivado en Italia, Holanda o Francia.
De media, entre 2012 y 2015, los tomates españoles se vendieron a 66 céntimos de euro por kilo (precio de salida OP/almacén), frente a los 85 cts. de Italia; los 87 cts. de Holanda (incluyendo las reexpediciones de tomate español y marroquí más barato) y los 1,26 €/kg de Francia.
Esta organización agraria, al igual que otras de la “California española”, vienen advirtiendo reiteradamente sobre la caída del precio en origen que sufre esta hortaliza desde hace cuatro campañas. No es una cuestión solo de coyuntura, de un exceso puntual de oferta que la demanda se ve incapaz de absorber en un determinado momento. No, o no solo.
En la cosecha 2012/13, el precio medio fue de 54 cts./kg; una después, de 41 cts./kg, con un leve repunte en la pasada, pero nueva caída en la actual hasta medias de 41 cts./kg e inferiores a ese nivel en algunas variedades.
En cuatro años, el precio ha bajado un 22%, alcanzando la cotización más baja en la temporada 2015/16, y la pérdida de ingresos se acumula a las sufridas en campañas anteriores.
Son datos que, sin duda, deben hacer reflexionar sobre la política de ventas de este sector. Según ASAJA-Almería, “mientras que el conjunto de la UE trabaja y oferta su producto a mayor precio que otros países competidores, esta provincia oferta y compite con otras zonas productoras, en especial de países extracomunitarios, bajando precios, en vez de apostar por diferenciarse ofreciendo un mayor valor añadido y producciones hortícolas más modernas y más adaptadas a la demanda real del mercado”.
No hay que olvidar, en todo caso, las consecuencias de la sobreoferta consecuencia del veto comercial ruso (Rusia compraba antes 301.000 t a la UE) y la incapacidad del sector para autorregularse, buscando mercados alternativos o retiradas controladas.
Estas quejas, no obstante, no son exclusivas del sector hortícola almeriense. Sucede de vez en cuando algo similar en otros sectores hortofrutícolas, en el sector productor porcino, con récord de exportación y bajos precios en origen, en el vino, donde tenemos los precios más bajos del mundo mundial, o en el aceite de oliva, donde la dependencia exterior del granel que se vende a Italia es aún muy considerable. Vendemos barato, pero, además, de eso ¿quién son los que se quedan con el valor añadido de la exportación?
El dato
Mercadona lideró con diferencia la compra de productos a proveedores españoles
Mercadona compró alimentos españoles por valor de 15.393 M€ a 125 fabricantes interproveedores en 2015, un 3% más y un 85% de sus compras totales. Fue más que la suma de lo adquirido por sus principales rivales y más de la mitad de los casi 30.000 M€ (+4%) que las grandes cadenas de distribución compraron a proveedores españoles. Eroski realizó compras por 4.511 M€ (datos de 2014) a 4.793 proveedores españoles; DIA les facturó por 4.200 M€ (94% de sus compras totales); Lidl, por 3.000 M€ a sus cerca de 500 proveedores, y Alcampo, 2.730 M€ a unos 7.628 proveedores de aquí.