Un webinar de Mundo Ganadero aborda el Bienestar Animal desde una óptica pluridisciplinar
La revista Mundo Ganadero ha organizado un seminario digital para abordar el Bienestar Animal en el sector porcino. La periodista agroalimentaria Elisa Plumed moderó una mesa en la que se abordó esta materia desde muy diversos puntos de vista: el normativo, el veterinario, el medioambiental y el científico.
Puntual, a las 18 horas, aparecía en pantalla Elisa Plumed, periodista agroalimentaria de larga trayectoria, para dar la bienvenida a los asistentes y agradecer su participación al patrocinador, el despacho de abogados Acountax, y a los colaboradores del evento: Banco Sabadell, Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), Organización Colegial Veterinaria (Colvet) y Red Científica de Bienestar Animal (RedCIBA).
“La percepción social de las condiciones de vida de los animales está llevando a modificar su manejo, consolidando un modelo de producción ganadera que procura tanto el bienestar animal, como la sostenibilidad ambiental, al tiempo que se mantiene la productividad. Todos estos asuntos son cada vez más sensibles no sólo para el ganadero, para el veterinario y para las administraciones públicas, sino también para el ciudadano, por todo eso organizamos este seminario web”, entraba en materia Elisa Plumed.
El pasado 16 de mayo el Gobierno aprobó un Real Decreto por el que desarrolla la figura de Veterinario de Explotación, normativa que se aplicará a toda granja destinada a la producción de alimentos, al aprovechamiento comercial de los productos ganaderos o toda explotación que se destine a fines agrarios. Además, sobre esta figura recaerán los planes de Bienestar Animal de las explotaciones ganaderas.
Miguel Ángel García Rodríguez, vicepresidente de la Asociación de Veterinarios de Producción Animal de Salamanca, Veproasa, y veterinario clínico en su propia empresa, Servet Ledesma, fue en el encargado de “romper el fuego” entre los ponentes con su exposición sobre “El veterinario de explotación, qué es y qué se espera de veterinarios y ganaderos”.
Veterinario de explotación, garante del PSI
Miguel Ángel dio comienzo a su charla estableciendo el plazo que tienen las explotaciones ganaderas para disponer de un veterinario de explotación, que es concretamente de un año a partir de la publicación de la normativa.
Esta figura tiene la obligación de diseñar, redactar y supervisar regularmente “y de forma presencial” el Programa Sanitario Integral (PSI) de la explotación, que, según García “conlleva muchas actuaciones en materia de higiene, bioseguridad, uso racional de medicamentos (con especial hincapié en los antibióticos antimicrobianos) y un plan de bienestar animal”.
Según este veterinario de campo, la nueva figura incide en la necesidad de asesorar al ganadero y, como bien apuntaba en su charla: “Los registros son muy importantes, todo lo que no está escrito es como si no existiese; uno de los principales cambios de esta ley es el tema de registros, hay que registrarlo absolutamente todo”.
Según explicaba el experto, la Administración dispone de dos años para hacer un mapa de riesgo de cada una de las explotaciones, y en función de ese riesgo, se tendrán que producir ciertas visitas zoosanitarias donde se comprobará el cumplimiento del Programa Sanitario Integral, “aunque el responsable último de su cumplimiento será siempre el ganadero”.
Entre otras cuestiones, García hizo un interesante repaso por las actuaciones que debe llevar a cabo la figura del veterinario de explotación respecto al Programa Sanitario Integral en lo que respecta a Higiene y Bioseguridad; Plan de vigilancia y control de enfermedades parasitarias; Protocolo de vigilancia pasiva sanitaria; Muestreo rutinario de enfermedades de control específico; Plan vacunal y Plan de uso racional de medicamentos veterinarios.
Por último, abordó el Registro de actuaciones y medidas correctoras, “que deben quedar recogidas por escrito y estar firmadas tanto por el veterinario de explotación como por el ganadero, ya que, a día de hoy, todo lo que no está escrito es como si no se hubiera hecho”.
Principales cambios de la normativa
A continuación, le tocó el turno a Pilar León Arnáiz, del Área de Bienestar Animal de la Subdirección General de Producciones Ganaderas y Cinegéticas. Ella fue la responsable de explicar las “Novedades en la normativa de bienestar en granjas de porcino” a raíz de la publicación del Real Decreto 159 de 2023.
La responsable del ministerio abordó la especificación en la nueva norma de la prohibición del raboteo rutinario, “algo que está en la ley de explotaciones porcinas desde los años 90”, recordó; y explicó cómo este asunto ha ido tomando relevancia en el contexto europeo en los últimos años: “Se pidió a todos los Estados Miembros que elaborásemos un plan de acción específico con las medidas adoptadas por para prevenir el raboteo rutinario. Ese plan de acción fue examinado y en 2021 la Comisión Europea presentó su opinión y exigió una mejora en algunos puntos, lo que ha dado lugar al Real Decreto que comentamos”.
Según la experta, los cambios más relevantes tienen que ver con las instalaciones de porcino, sobre cómo son y cómo deberían ser: “Hemos pedido que haya un control de las concentraciones de gases, sobre las condiciones medioambientales y sobre los sistemas para mantener el control térmico”.
También hay referencias a los puntos de alimentación y bebidas de los animales para prevenir la competencia por la comida y el agua. “Hemos caracterizado las instalaciones para el aislamiento y observación de los animales”, proseguía. A partir de ahora, al menos el 2,5% de las plazas tienen que estar dedicadas a esta función, deben tener camas, agua y alimento específico para estos animales y la densidad de estos recintos debe ser inferior a la densidad general del rango de edad y peso que corresponde para el resto de los animales de la explotación.
Asimismo, León recordó que hay requisitos específicos para aquellos animales que se destetan antes de los 28 días y estableció que deben tener un sistema de alimentación a voluntad y un sistema de temperatura específico. “Muchos de estos requisitos que ahora están regulados y escritos ya eran práctica habitual en muchas explotaciones ganaderas”, apuntaba la representante del ministerio.
Otras disposiciones que recoge la nueva ley y uno de los temas más controvertidos, se refiere a la densidad de cría de los animales, fundamental para prevenir la caudofagia. Se introduce un nuevo rango de peso en cuanto a densidad de entre 110 y 130 kilos y se disminuye la densidad permitida para todos los rangos de edad excepto para el de entre 20 y 30 kilos. “Hay que dar más espacio a los animales para que puedan realizar más actividad y para que puedan escaparse unos de otros”.
Además de detallarse más el material de enriquecimiento “para que realmente cumpla su función”, en el nuevo Real Decreto se explican las condiciones sobre cómo debe hacerse el raboteo, que tiene que ser mucho más fundamentado: “A propuesta motivada y comunicada a la autoridad competente antes del raboteo y con unas pruebas documentadas sobre la necesidad de rabotear a los animales”, explicaba Pilar León. Tiene que quedar constancia de quién y cuándo se realiza el raboteo y el número y edad de los animales raboteados. También cuál es la longitud del rabo residual, “no queremos cerdos raboteados a ras de sí mismos”.
Por último, decir lechón en vez de cochinillo, definir la autoridad competente, caracterizar la cantidad de fibra de la dieta de las cerdas y establecer la mención de la cantidad de luz que tienen que tener las explotaciones en led son otros de los cambios significativos de la ley. “El plazo de aplicación para todos estos cambios es el mismo y es para las granjas ya existentes de dos años, el 9 de marzo de 2025 y las nuevas deben construirse siguiendo estos nuevos requisitos”.
El escollo medioambiental
Uno de los aspectos más relevantes a la hora de gestionar una explotación porcina es el medioambiental, como bien reconoció Elisa Plumed cuando presentó a Jorge Fernández-Ordás, socio de Acountax y abogado experto en el área de administraciones públicas, derecho agroalimentario y contencioso.
Por eso, el abogado versó su charla sobre “Los puntos críticos en los procesos de autorización ambiental en las explotaciones porcinas”, enmarcando en primer lugar qué leyes atañen a la autorización ambiental en este tipo de explotaciones.
“Se trata de un procedimiento garantista -explicaba-, el objetivo final es hacer que la incidencia en el medioambiente de este tipo de explotaciones sea la mínima (…). Precisamente por ese carácter garantista que tiene, se trata de una tramitación bastante compleja, tanto por los trámites que hay que realizar como por la participación de diferentes organismos públicos que participan”.
Por su complejidad estos procedimientos se dilatan bastante en el tiempo, muchas veces es difícil obtener los informes preceptivos, como por ejemplo el de compatibilidad urbanística o el de la confederación hidrográfica cuando es obligado, etc. “En los últimos años lo que se está produciendo es la generación de movimientos de rechazo que puedan darse en determinados municipios a nivel medioambiental, algo que incrementa la presión sobre el propio promotor, sobre todo cuando se pone el foco sobre este tipo de proyectos, que muchas veces vienen de un ámbito no excesivamente técnico o ducho”.
Según Fernández-Ordás, existen unas líneas de mejora que se pueden implementar, como por ejemplo el impulso en la tramitación de los procedimientos, velando por el cumplimiento de los plazos, “que son complicados de cumplir, sobre todo cuando se da la participación de diferentes organismos, por eso existe la posibilidad de hacer una tramitación simultánea y en paralelo cuando se requieren informes diferentes, sobre todo para ahorrar tiempo”.
Al estar esta normativa bajo la tramitación de las comunidades autónomas, a veces se aplican niveles de exigencia distintos, “sin que haya una razón objetiva para ello, ante situaciones similares nos hemos encontrado con comunidades autónomas que actúan de manera diferente”, apunta el abogado.
“Un punto crítico que ahora mismo está cobrando mucha relevancia y que está impidiendo en gran medida la tramitación de este tipo de procedimientos viene por parte de los ayuntamientos, que son el órgano sustantivo de este tipo de procedimientos -comentaba Fernández-Ordás-. Hemos comprobado que cuando el ayuntamiento tiene conocimiento de que se pretende ubicar un proyecto en un término municipal determinado, a veces se aprueba una normativa limitativa de este tipo de proyectos”.
Durante el procedimiento también se ponen trabas: dilación en la cumplimentación de trámites e incluso la negativa a cumplimentarlos. Incluso tras la autorización ambiental también hay problemas, como la aprobación de normativa que impida la ejecución del proyecto, negativa a conceder la licencia municipal e incluso impugnación de las autorizaciones ambientales.
Por último, otro de los puntos críticos viene de la mano de las confederaciones hidrográficas, por ejemplo en el incumplimiento de plazos, en la no emisión del informe de compatibilidad con la planificación hidrológica, “algo que suele ser habitual”, o los retrasos afectados por la nueva planificación hidrológica.
Medir el Bienestar Animal objetivamente
Por último, le tocó el turno a Arantxa Villagrá García, doctora ingeniera agrónoma que desarrolla su investigación en el Centro de Tecnología Animal del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (CITA-IVIA) y uno de los miembros fundadores de la Red Científica de Bienestar Animal, RedCIBA.
Antes de abordar el bienestar animal desde un punto de vista objetivo, Arantxa Villagrá explicó a los ponentes qué es la RedCIBA, cómo y cuándo surgió. “Antes de la red los investigadores estábamos repartidos por todo el territorio nacional y algunos teníamos conexiones casi personales… Nuestro objetivo es que todos los investigadores de España estemos en contacto y podamos compartir información”.
Según explicó Villagrá, la principal especie en la que se investiga sobre bienestar animal es en cerdos, “dentro de esto hay estudios tanto en granja como en transporte como en sacrificio, pero es la granja la que se lleva la mayor parte de la investigación” y comenzó su ponencia abordando “las cinco libertades del bienestar animal, que surgieron en los años 70: no pasar sed, no tener hambre, no tener dolor… Estas cinco libertades han ido evolucionando hasta los cuatro principios básicos del bienestar animal: buena alimentación, buen estado sanitario, buen alojamiento y buen comportamiento, pero en los últimos años a estos cuatro pilares se ha añadido un quinto, la valoración de las emociones de los animales, y esto se puede hacer de forma objetiva”, recordaba. “En general los indicadores son de dos tipos: ambientales e indicadores sobre el animal”.
En el ámbito de los ambientales se encuentra el diseño de las instalaciones “que nos puede decir cosas sobre el ambiente en el que están los animales”, calidad del aire, calidad de la cama, medidas sanitarias y medidas de manejo. “Por ejemplo podemos medir el espacio disponible, la densidad en la que viven los animales, si hay un enriquecimiento ambiental, si tienen o no alimento, a qué temperatura están, etc.”.
En cuanto a los indicadores objetivos sobre animal se encuentra la cognición, la fisiología, la producción, el comportamiento, la mortalidad, que ella misma definió como “el último insulto al bienestar animal”, la apariencia física, la salud y la calidad del producto. “Ahora, con la ganadería de precesión vamos a ser mucho más exactos a la hora de medir todas estas cuestiones”. “Si queremos medir el bienestar animal, vamos a medir lo que le pasa al animal”, enfatizaba Villagrá.
Medir la respuesta del animal requiere más tiempo y más experiencia que valorar el bienestar animal a través de indicadores ambientales, pero se puede hacer. De este modo, la investigadora apostaba por medir la apariencia del animal “que nos sirve para saber si ha pasado o no hambre, aunque es una forma de medir que nos dice lo que ha pasado antes”.
“Los criterios de salud nos permiten medir en el momento, por ejemplo, cualquier tos, mamitis, las diarreas, los prolapsos… -continuaba Villagrá-. El comportamiento también es otra forma de valorar objetivamente el bienestar animal, aunque es un indicador iceberg porque podemos estar viendo solo una parte y que estén quedando muchas cosas por debajo (…); los test de miedo, por ejemplo la respuesta hacia el humano, también miden el comportamiento; y, por último, los indicadores fisiológicos “que nos cuentan cómo está respondiendo el animal a un determinado estímulo”.
Para cerrar el seminario, la investigadora destacó que todos los indicadores objetivos tienen que tener una serie de características: validez (que mida lo que se supone que mide), fiabilidad (que se puedan repetir los resultados), y practicidad (que se puedan medir en condiciones de granja): “No sirve de nada desarrollar métodos que se queden en investigación”.
Y, aunque no entró a fondo en el tema, recordó que “la mayor aplicación de todos estos indicadores son los protocolos de certificación, como el welfare quality”. “El bienestar animal se puede medir de forma objetiva, pero hay un abanico enorme de parámetros con los que lo podemos hacer y nunca podemos medir uno”, concluía la fundadora de la RedCiba.