El estrés por calor da lugar a pérdidas económicas en el sector porcino causadas por un menor e inconsistente crecimiento de los animales, menor rendimiento reproductivo y una canal de calidad inferior, junto con unos mayores costes veterinarios (Renaudeau et al., 2011).
Por Ignacio Fernández-Fígares, Iván Mateos, Cristina Saro, Manuel Lachica, Zaira Pardo, María José Ranilla
Por Ignacio Fernández-Fígares, Iván Mateos, Cristina Saro, Manuel Lachica, Zaira Pardo, María José Ranilla
España, es, junto con Alemania, el principal productor de carne de cerdo de la Unión Europea. Nuestro país tiene un clima con veranos largos y calurosos, con una frecuencia creciente de olas de calor, por lo que el estrés térmico representa un problema relevante para la producción animal en general y para la porcina en particular.
Los cerdos son animales con una elevada producción de calor basal, crecimiento rápido, pocas glándulas sudoríparas funcionales y grasa subcutánea que los aísla del ambiente (Renaudeau et al., 2006), lo que los hace particularmente susceptibles a sufrir estrés por calor ante temperaturas elevadas.
Se ha demostrado que hay un impacto negativo del estrés por calor en el crecimiento de los cerdos tanto en razas de capa blanca (Fausnacht et al., 2021) como en cerdos ibéricos (Pardo et al., 2022) como consecuencia en parte de la menor ingestión de alimento para disminuir su producción de calor y en consecuencia su carga de calor.
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