Las abejas en el escenario del cambio climático

A estas alturas ya nadie duda de que el cambio climático ha llegado, y para quedarse. Seremos testigos de cómo algunas especies desaparecen de nuestro entorno, como se multiplican otras que hasta ahora eran poco frecuentes, cambios en la vegetación de nuestros montes y de nuestros cultivos. Y todas las especies estaremos implicadas en vertiginosas trasformaciones, para las que tendremos que adaptarnos o desaparecer. Y la abeja de la miel no va a ser una excepción.

Las abejas en el escenario del cambio climático

 

José Manuel Flores Serrano, Sergio Gil Lebrero, Victoria Gámiz López y Francisco Padilla Álvarez. Departamento de Zoología. Universidad de Córdoba. España.

Jugando un papel prioritario, ya que se verá muy afectada,  a la vez que estará llamada a desempeñar un papel fundamental en las soluciones. No en vano la abeja es la responsable de la polinización de un alto porcentaje de plantas entomófilas, o sea, las polinizadas por insectos. La apicultura es una ganadería muy especial, las abejas no afectan negativamente a las plantas, no se comen sus hojas, sus raíces o sus brotes, sino que aprovechan algo que las propias plantas les ofrecen para que las visiten: el néctar y el polen. Y las plantas producirán más néctar y más polen si las condiciones se lo permiten, pues no podemos olvidar que en la naturaleza la reproducción es una función de lujo, y nada se da por que sí. A cambio de las recompensas, los polinizadores aseguran a las plantas un mayor rendimiento reproductivo

También es una ganadería muy especial para el hombre, y no hablamos solo del apicultor que le saca la miel, el polen, la jalea real, la cera  o los propóleos. También para el agricultor, al que le polinizan muchos de sus cultivos. Y para todos nosotros, que después aprovecharemos los productos derivados de esos cultivos.

Las abejas de la miel forman colonias que, en condiciones normales, sobreviven de un año para el siguiente, y el siguiente, y así podríamos seguir. O lo que es lo mismo, forman colonias permanentes, que ahí están a las maduras, en las buenas épocas del año como la primavera o los veranos suaves, pero también a las duras, cuando llega el invierno o en nuestros tórridos veranos, cuando no hay flores a las que acudir para conseguir el alimento. Por eso, tienen que aprovechar las épocas buenas para almacenar reservas de alimento en forma de miel (fuente de hidratos de carbono) y polen (fuente de proteínas), y usarlo cuando ya no hay suficiente alimento en el campo.

Nosotros nos aprovechamos de esas reservas y le sacamos la miel, deliciosa y sana, o el polen, que se lo quitamos de las patas antes de que lleguen a introducirlo en las colmenas, gracias a unas simples trampas que se llaman cazapolen. Todo esto que puede parecernos simple, forma parte de complejos mecanismos de adaptación al medio, en los que las abejas han de acoplar el desarrollo de las colonias a las condiciones de cada momento. Y en ello nuestras abejas son expertas, especialmente las abejas autóctonas, las mejores adaptadas a nuestro variable y, a veces, impredecible clima.

Como en todas las especies, el animal es la consecuencia de su genética, el entorno  y la interacción entre ambos. El problema es que no podemos considerar a la abeja como el animal, sino a la colonia completa, que está formada por muchas subfamilias de abejas medio hermanas, como consecuencia de que la reina se fecunda con decenas de zánganos. Precisamente, esto le permite adaptarse mejor a los cambios, pero también nos complica el seguimiento de las colonias.

Además, para saber el estado de las colmenas tendremos que abrirlas cada vez, e inspeccionar las abejas adultas, la cría, las reservas de miel o de polen, el estado sanitario, etc. Salvando las distancias, es como si tuviéramos que abrir a la vaca cada vez que queremos ver su estado. Esto es trabajoso y la propia manipulación provoca cambios. Por eso cada vez acudimos más a la apicultura de precisión, con sensores y métodos de comunicación que nos están permitiendo conocer mucho mejor cómo están respondiendo las abejas al cambio climático.

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