Juan Manuel Lomillos1 y Marta Elena Alonso2
1 Departamento de Producción y Sanidad Animal, Salud Pública Veterinaria y Ciencia y Tecnología de los Alimentos. Facultad de Veterinaria. Universidad Cardenal Herrera-CEU, CEU Universities. C/ Tirant lo Blanc, 7. 46115 Alfara del Patriarca – Valencia, España.
2 Departamento de Producción Animal. Facultad de Veterinaria de León. Universidad de León. Campus de Vegazana s/n 24071 León, España.
Manejo nutricional del ganado de lidia
Juan Manuel Lomillos1 y Marta Elena Alonso2
1 Departamento de Producción y Sanidad Animal, Salud Pública Veterinaria y Ciencia y Tecnología de los Alimentos. Facultad de Veterinaria. Universidad Cardenal Herrera-CEU, CEU Universities. C/ Tirant lo Blanc, 7. 46115 Alfara del Patriarca – Valencia, España.
2 Departamento de Producción Animal. Facultad de Veterinaria de León. Universidad de León. Campus de Vegazana s/n 24071 León, España.
En su inmensa mayoría, las explotaciones de ganado de lidia mantienen un régimen de explotación y manejo extensivo. Se localizan mayoritariamente en las dehesas, grandes fincas de secano con abundantes pastizales, praderas y sotos, en las que también abunda la vegetación arbórea y arbustiva.
Actualmente las fincas dedicadas a este tipo de producción siguen siendo amplias, aunque de menor extensión y calidad que las de hace décadas, siendo desplazadas de las vegas de los ríos, quedando las zonas más fértiles para explotaciones agrícolas u otros tipos de ganaderías más rentables. Con esta reducción de terreno y calidad de pasto es imprescindible la incorporación de nuevas técnicas de alimentación, suplementando las deficiencias de las fincas en los meses de escasez de pasto.
El ganado de lidia se trata de una raza de gran rusticidad, capaz de adaptarse y aprovechar todo tipo de terrenos, incluso aquellos con climatología extrema, desde zonas con verano caluroso en Córdoba y Sevilla hasta zonas tan frías en invierno como Castilla y León.
Alimentación de la vaca
Las hembras de raza brava siempre han sido consideradas máximas representantes de rusticidad, por su gran adaptación al medio en el que viven y por considerarse sus necesidades menores a las de otras razas autóctonas dado su reducido tamaño. A pesar de ello, precisan una alimentación adecuada en cada una de sus fases o etapas productivas, esencial para obtener buenos índices de fertilidad, evitar abortos y mortalidad perinatal y tras una lactación adecuada destetar al becerro en un estado óptimo.
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