Abordada en el número de Mundo Ganadero 280, la idoneidad de la alimentación de las terneras en la fase de cría, hacemos ahora lo propio con el alojamiento también en la fase anterior al destete. Partimos por supuesto, siguiendo los procedimientos ordinarios de la cría artificial, de que a las pocas horas de su nacimiento las terneras son separadas de sus madres e inmediatamente después trasladadas al alojamiento oportuno al margen ya de toda conexión materna. Analizaremos cuál de las dos opciones habituales al respecto resulta más idónea, si el alojamiento en boxes individuales separadas incluso de otras crías o por el contrario en corrales colectivos.
Idoneidad del alojamiento de las terneras en fase de cría
Pedro J. Álvarez Nogal. Departamento de Producción Animal de la Universidad de León
Una de las operaciones que más críticas ha levantado dentro del manejo de los rebaños lecheros es la rápida separación de las terneras de sus madres tras el parto, dado que al romper algo tan natural como el estrecho contacto madre-recién nacido, se está impidiendo el establecimiento de vínculos materno-filiales, lo cual lleva a pensar que se atenta sin duda contra el bienestar de los animales, al menos en su componente psíquico y conductual.
Así se explica que aparezcan ya algunos estudios sobre la viabilidad de otras formas de cría en los rebaños lecheros (Johnsen et al., 2016), aquellas que contemplan la estancia conjunta de las terneras con sus respectivas madres durante un plazo prudente de tiempo antes del destete, bajo distintos regímenes de amamantamiento (continuo, intermitente, de medio día) simultaneados con el ordeño de las vacas.
Puede que algunos ganaderos acaban siendo seducidos por estos modelos de cría de corte más natural y los pongan en marcha en sus granjas, pero lo cierto es que hoy por hoy la mayoría sigue optando por la cría artificial. El ganado vacuno lechero constituye en efecto una excepción. Mientras que con otros animales de granja (ovejas, cabras, cerdos, caballos, vacas de carne) lo habitual es mantener las crías con sus madres durante un mínimo período de amamantamiento, con la posibilidad además de que compartan espacio con otras crías de edad similar y establezcan lazos sociales entre ellas, en su caso las terneras se separan de sus madres apenas recién nacidas, acostumbran a ser alojadas en pequeños recintos individuales y una vez proporcionado el calostro son alimentadas con leche artificial (lactorremplazantes).
En la primera entrega de este trabajo (anterior número de MG) se abordó precisamente la alimentación de las terneras durante la fase de cría (antes del destete). En lo que a la alimentación líquida se refiere, las opciones analizadas desde un punto de vista cuantitativo fueron las dos consabidas: suministro limitado de leche por un lado e ilimitado por otro. Son muchos los años en que viene prevaleciendo el suministro de leche en cantidades restringidas, pero cabe sospechar que bajo dicho régimen alimenticio las terneras hayan estado subalimentadas y en consecuencia su crecimiento se ha visto coartado, temiendo que su potencial productivo quede así resentido.
El aporte ilimitado de leche, aparte de alinearse mejor con la cría natural, resulta más beneficioso toda vez que impulsa, junto con el buen estado sanitario de los animales, la intensificación de las ganancias diarias de peso durante la fase de cría, con positivas repercusiones a largo plazo-siendo ya novillas- sobre el rendimiento reproductivo y productivo. Es decisión del ganadero optar por el suministro de leche ad libitum durante toda la cría o, como posición intermedia, mantenerlo tal cual sólo en las 3-4 primeras semanas de vida de las terneras y a partir de entonces reducirlo aproximadamente a la mitad con el fin de promover el consumo de alimento sólido para que puedan encarar mejor el destete.
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