El rajado del fruto consiste en un desorden fisiológico que genera un agrietamiento de la corteza que, frecuentemente, evoluciona hasta la apertura total del fruto y su caída del árbol. El tratamiento más eficaz consiste en la aplicación conjunta de 2,4-D y ácido giberélico pero la formulación de 2,4-D utilizada (éster isopropílico) no está autorizada actualmente para este uso, por lo que el estudio de eficacia de la nueva formulación (sal dimetilamina) resulta del máximo interés, y constituye el objetivo de este estudio.
Carlos Mesejo, Amparo Martínez-Fuentes, Carmina Reig, Manuel Agustí. Instituto Agroforestal Mediterráneo, Universitat Politècnica de València, Valencia.
Carlos Mesejo, Amparo Martínez-Fuentes, Carmina Reig, Manuel Agustí. Instituto Agroforestal Mediterráneo, Universitat Politècnica de València, Valencia.
La alteración de este desorden fisiológico se inicia por cualquier punto en el que la resistencia de la corteza se vea disminuida. Es habitual que evolucione desde la zona estilar hasta la zona peduncular del fruto; sin embargo, puede originarse a partir de la zona ecuatorial y seguir una evolución distinta (Almela et al., 1994).
La alteración afecta a diferentes variedades y se ha detectado en todas las áreas citrícolas del mundo. Las variedades de naranjo dulce más susceptibles son Washington Navel, Navelina y Valencia, y entre los híbridos se presenta con frecuencia en los cvs. Nova, Murcott, Ellendale y Ortanique. En España cobra especial relevancia en la naranja Navelina, el tangor Ortanique y, sobre todo, en la mandarina Nova (Agustí et al., 2020). Pero en algunas variedades más recientes también se ha observado la alteración, como por ejemplo en la clementina Clemenrubí, el híbrido triploide Garbí o la naranja Chislett.
En general, la alteración aparece al final del verano, tras las lluvias puntuales características de esa estación. Esta dependencia climática explica su variabilidad anual y geográfica, y determina la intensidad con que se presenta, oscilando entre el 5% y el 40% en la mandarina Nova (Almela et al., 1994). Pero la lluvia no correlaciona siempre con el rajado. Así, años con escasa lluvia también pueden presentar un elevado porcentaje de rajado en función de otros factores. Entre éstos, factores anatómicos, hormonales e hídricos derivados de la relación suelo-planta-atmósfera, inciden directamente en su aparición (Cronje et al., 2013; Mesejo et al., 2016).