Los productos cúpricos destacan por su eficacia, elevada persistencia en hoja y bajo riesgo de desarrollo de resistencia en el patógeno, por lo que son los fungicidas más utilizados en el control del repilo del olivo. Sin embargo, parece probable que se imponga una limitación en la cantidad de cobre aplicado por hectárea y año a corto o medio plazo. Ello está obligando a rediseñar la estrategia de lucha y control del repilo, recurriendo a otras materias activas autorizadas y a la reducción de las dosis de cobre aplicadas. En este artículo se resumen los resultados de los ensayos realizados por el departamento de Agronomía de la Universidad de Córdoba, en los que se analiza la eficacia de otras materias activas y de sus mezclas con productos cúpricos.
Estrategias de reducción de cobre para el control del repilo del olivo
Roca, L.F1., Beltrán, J.A2., Pericas, R2., Trapero, A1. 1 Grupo de Patología Agroforestal, Departamento de Agronomía, ETSIAM, Universidad de Córdoba. 2Agrupación Cordobesa de Agricultores (SAT 5185). Córdoba.
El repilo del olivo, causado por el hongo Fusicladium oleagineum (= Spilocaea oleagina o Cycloconium oleagineum), es una enfermedad extendida por todas las zonas olivareras del mundo (De Andrés, 1991). La enfermedad se manifiesta en forma de lesiones circulares y de color oscuro en el haz de las hojas, debidas a la esporulación del patógeno (foto 1). La consecuencia principal de la enfermedad es la defoliación, más o menos intensa, de los árboles afectados. La lluvia, o humedad relativa próxima a saturación, y la temperatura (8-24ºC, óptimo 15ºC) son los factores climáticos determinantes de las principales etapas del ciclo de patogénesis. Las epidemias son de desarrollo lento, mono- u oligo-cíclicas, cuya máxima expresión se presenta al final del invierno, aunque la infección principal ocurre en primavera, cuando existen abundantes hojas nuevas, más susceptibles a la enfermedad (Trapero y Roca, 2004).
En el control de esta enfermedad son de gran importancia las medidas culturales encaminadas a favorecer la ventilación de los árboles (marcos de plantación amplios, podas de aclareo), así como el uso de variedades resistentes. Aunque hoy día se dispone de amplia información sobre resistencia de cultivares (Moral et al., 2005), todavía los criterios agronómicos predominan sobre los patológicos en la elección varietal. Por ello, se puede afirmar que el manejo de esta enfermedad se basa en el uso de fungicidas, entre los cuales los productos cúpricos destacan por su eficacia, elevada persistencia en hoja y bajo riesgo de desarrollo de resistencia en el patógeno, por lo que son los productos fungicidas más ampliamente utilizados en el control del repilo y de otras enfermedades del olivar (Roca et al., 2010).