Tras nueve años probando productos fertilizantes de una aplicación en trigo de secano y siembra directa, se ha cambiado el planteamiento de dicha experiencia modificando el cultivo de referencia (cebada) y el sistema de laboreo del suelo (laboreo convencional) con el fin de observar si las tendencias y conclusiones son iguales o no. En este artículo se muestran los resultados obtenidos tanto de producción como de proteína de grano del cultivo de cebada en laboreo convencional y el resumen de los últimos nueve años de trigo cultivado en siembra directa.
Evaluación de diferentes abonos de una aplicación en cereales de invierno
M. Calvo, E. Sanz, J. Laso. Centro Tecnológico Agrario y Agroalimentario (ITAGRA.CT) Palencia.
En Castilla y León, la cebada es el cultivo que mayor superficie ocupa, con alrededor de 930.000 ha y un 45,6% del total de superficie dedicada a cereales en la comunidad autónoma (unos 2 millones de hectáreas, incluido el maíz) y un 15,3% del total nacional (estimación Cooperativas Agroalimentarias, 2013). Por su parte, según la Encuesta sobre Superficies y Rendimientos de Cultivos (Esyrce) publicada por el Magrama, en esta campaña 2013 la superficie dedicada a laboreo convencional de cereales sigue siendo la mayoritaria tanto en la región (93,6%) como en todo el territorio nacional (92%).
En lo que se refiere a la fertilización del cultivo, lo ideal es que la planta vaya tomando los nutrientes según los vaya necesitando, para lo cual el fertilizante debe ir liberándolos a un ritmo similar a las exigencias de la planta. En el caso de la aplicación de abonos en el momento del ahijado (enero-febrero), los nutrientes aportados quedan en la superficie, localizados en muchos de los casos lejos de la semilla y raíces, por lo que no se sabe hasta qué punto se compensan las necesidades nutritivas de la planta.