En general la fecha de siembra está altamente influenciada por el cultivo precedente. Sin embargo, hay otros condicionantes que pueden hacer que los agricultores se decanten por una fecha de siembra u otra. Pese a que existe la creencia de que las siembras de otoño dan una mayor producción, este estudio muestra que las siembras primaverales consiguen los mismos rendimientos.
Importancia de la elección de la fecha de siembra de la alfalfa
Jaume Lloveras1, Ignacio Delgado2 y Cristina Chocarro1. 1Universidad de Lleida. 2Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA).
En España, la alfalfa se cultiva principalmente en regadío. En 2017 se destinaron al cultivo unas 266.000 ha, de las cuales, 168.000 ha fueron en regadío.
Las comunidades con mayor superficie de alfalfa cultivada fueron: Castilla y León con 99.000 ha (32% en regadío); Aragón con 89.500 ha (82,7% en regadío); Cataluña con 35.000 ha (66% en regadío); Castilla-La Mancha con 16.000 ha (93% en regadío) y Andalucía con 11.000 ha (90% en regadío). Las provincias de Huesca (42.000 ha), Zaragoza (41.000 ha), Palencia (38.000 ha), Valladolid (25.000 ha) y Lleida (23.000 ha), entre regadío y secano, son las que tienen una mayor superficie de alfalfa. En conjunto, en el valle del Ebro, se cultivó alrededor del 63% de la superficie de alfalfa en regadío en España (MAPA, 2019).
Las técnicas de producción de la alfalfa (preparación del suelo, siembra, abonados, riego, mecanización etc.), varían según la zona, principalmente por las diferentes características climáticas. Una de estas variables es la fecha de siembra. En algunos cultivos como el maíz o el cereal de invierno, la época de siembra está muy definida. Sin embargo, la alfalfa permite variaciones en la fecha de siembra, que dependen principalmente de las necesidades de los productores, de la climatología y de la rotación de cultivos. En el presente artículo se presenta el efecto de la fecha de siembra en la productividad del cultivo de alfalfa.
La fecha de siembra es un factor importante para garantizar una buena implantación del cultivo.
La alfalfa se puede sembrar tanto en primavera como en otoño. El principal condicionante para la siembra es la temperatura del suelo. La alfalfa germina en un rango amplio de temperaturas a partir de los 5oC, ubicándose el óptimo entre 19 y 25oC. Es una especie que puede germinar a temperaturas que son limitantes para su crecimiento posterior (Romero et al., 1995; Undersander et al., 2015).
En general, las plantas muy jóvenes acabadas de germinar, pueden tolerar temperaturas de unos -6oC, sin embargo el peligro de helada se incrementa al alcanzar la alfalfa la segunda o tercera hoja (unos 10 cm de altura). En estos estadios unas horas con temperaturas por debajo de -4oC pueden matar las plántulas (Anderson, 2010).
Por ello, en zonas con fuertes fríos invernales, la alfalfa necesita unas seis semanas de crecimiento después de la germinación, antes de la llegada del frío (Undersander et al., 2015).