Varios trabajos demuestran que el estado de desarrollo de la mala hierba (es decir, su fenología) es uno de los factores que más afectan a la eficacia de los herbicidas. Con el objetivo de resaltar la importancia de llevar a cabo una adecuada aplicación herbicida, de acuerdo con el estado de desarrollo de la mala hierba, exponemos a continuación dos ejemplos. Para ello escogemos dos de las principales malas hierbas de nuestros cereales de invierno, una gramínea, el bromo, y una dicotiledónea, la amapola.
Importancia del estado de desarrollo de las malas hierbas en la eficacia de un herbicida
Jordi Recasens1, José M. Montull1, Borja Clemente2, Carmen García2 e Ignacio González2. 1Universitat de Lleida, Cátedra Corteva de Malherbología. 2Corteva Agriscience.
Cuando hablamos del problema de las malas hierbas y de la necesidad de establecer medidas para combatirlas y evitar su proliferación, más que pensar en la búsqueda de un método de control concreto, debemos plantear la respuesta dentro del concepto de gestión integrada de malas hierbas (GIMh).
Este concepto alcanzó una gran relevancia tras la publicación de la Directiva europea y del Real Decreto de Uso Sostenible de Productos Fitosanitarios (DOUE, 2009; BOE, 2012) como marco legal para llevar a cabo métodos de control eficaces, seguros y más respetuosos con el medio ambiente. No obstante, no podemos ser ajenos al hecho de que hablar de gestión integrada de malas hierbas incluye también el uso de herbicidas, pensando en ellos desde la perspectiva de su necesidad por su versatilidad y buena relación precio/eficacia.