En los campos agrícolas de todo el mundo, la lucha constante por proteger y maximizar los rendimientos de los cultivos es una batalla que afrontan técnicos, investigadores y agricultores, día tras día. En este contexto, las “malas hierbas” compiten con los cultivos por los nutrientes, el agua y la luz solar, además de llegar a proporcionar un hábitat para plagas y enfermedades, así como una disminución en la calidad de la cosecha (contaminación). Una de estas malas hierbas es Panicum dichotomiflorum, la cual está demostrando una alta resistencia a los herbicidas y se puede convertir en un problema para este cultivo.
Germán Mora Marín1, José María Montull1, Josep María Llenes2, Joel Torra1. 1 Grupo de Malherbología y Ecología Vegetal. Dpto. Hortofructicultura, Botánica y Jardinería. Agrotecnio. Universidad de Lleida. 2 Unidad de Malherbología. Dpto. de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural. Generalitat de Cataluña.
Germán Mora Marín1, José María Montull1, Josep María Llenes2, Joel Torra1. 1 Grupo de Malherbología y Ecología Vegetal. Dpto. Hortofructicultura, Botánica y Jardinería. Agrotecnio. Universidad de Lleida. 2 Unidad de Malherbología. Dpto. de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural. Generalitat de Cataluña.
En los cultivos extensivos (maíz, trigo, arroz y soja), base de la alimentación humana y claves en la seguridad alimentaria en diferentes regiones del planeta, se estima que las malas hierbas causan pérdidas en torno al 34% de la producción global, y los gastos asociados a su control oscilan entre 116.000 y 129.000 millones de euros anuales (Moragues et al. 2005), hecho preocupante toda vez si se tienen en cuenta las proyecciones demográficas al alza de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en las que se calcula que la población humana será de 8.500 millones en 2030 y 9.700 millones en 2050. Esto nos obliga, desde ya, a ser más eficientes dado que la demanda de alimento será mayor.
El maíz (Zea mays L) es uno de los grandes cultivos extensivos en España, destinado principalmente a la elaboración de pienso en el sector pecuario. Según datos de la Encuesta sobre Superficies y Rendimientos de Cultivos (Esyrce) en el año 2022 se cultivaron 306.605 hectáreas destinadas a cereal de grano; con producciones nacionales medias de 13.849 kg/ha en regadío y 9.467 kg/ha en secano, además de 91.666 ha destinadas a forraje. Estas áreas se cultivan bajo los sistemas de regadío (96,7%) y secano (2,3%). Las CC.AA. con las mayores áreas sembradas de maíz son: Castilla y León (30,3%), Aragón (17%), Cataluña (8,7%) y Extremadura (6%).
Panicum dichotomiflorum, una amenaza emergente en el cultivo de maíz español