Enfoque práctico del cultivo ecológico del pistachero

A la hora de diseñar una plantación de pistachero cuyo cultivo se vaya a realizar en ecológico, el primer paso es analizar las condiciones edafoclimáticas de la zona y el cumplimiento de condicionantes óptimos naturales del cultivo para buscar una eficiencia a nivel ecológico. Después hay que acertar con la elección del material vegetal. Una vez implantada, se deberán vigilar de cerca los distintos riesgos a los que se enfrenta el cultivo en cada una de sus fases de desarrollo.

Enfoque práctico del cultivo ecológico del pistachero

Sara Rodrigo-Gómez1, Julián Guerrero Villaseñor2, Stefano Armadoro3. 1Técnico Superior. Instituto Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario y Forestal (IRIAF). Centro de Investigación Agroambiental El Chaparrillo. Ciudad Real (España). 2Doctor en Biología. 3Ingeniero Agrónomo.

España contó en 2021 con más de 55.000 hectáreas de pistachero, el 70% de ellas en secano y con un 44% certificado bajo los estándares de la producción ecológica. Casi el 80% de la superficie se encuentra en Cas­ti­lla-La Mancha y dentro de esta comunidad, Ciu­dad Real dispone de la mayor superficie productiva con unas 15.000 ha, seguida por Toledo (en torno a 13.000 ha) y Al­ba­ce­te (poco más de 11.000 ha) (MAPA, 2021a).

La evolución del área ocupada por este cultivo en España es muy destacable (figura 1), con un crecimiento exponencial es­pecialmente patente desde el periodo 2015-2016. Es reseñable el porcentaje de superficie certificada acorde a las normas de producción ecológica, que sitúa al pista­chero como el cultivo con mayor proporción de superficie en ecológico a nivel na­cio­nal (MAPA, 2021b). Este hecho deja pa­ten­te la clara tendencia por el ecológico fren­te al convencional de las personas que optan por el cultivo de pistacho, y por el que se obtienen mejores precios en el mercado (foto 1).

Sin embargo, no sería posible contar con una superficie tan elevada si el manejo ecológico complicase la forma de llevar el cultivo; la rusticidad del pistachero en las zonas aptas para su cultivo, unida a la baja incidencia de plagas y enfermedades has­ta la fecha, lo convierten en un potencial buen candidato para el mantenimiento de es­tas prácticas ecológicas. Además, el bajo número de productos fitosanitarios au­­torizados en convencional hace más ra­zo­nable la conversión al método eco­lógico.

Nuevo Reglamento de producción ecológica

La producción ecológica es un sistema de gestión que trata de ser sostenible, promoviendo el mínimo uso de insumos ex­ternos, manteniendo el suelo vivo y fértil, fomentando la utilización de recursos naturales (no de síntesis química) y la biodiversidad, prohibiendo el uso de organimos modificados genéticamente (OMGs) y fomentando la utilización de material de propagación diverso, adaptado a las condiciones locales y que respete las limitaciones del cruce natural.

El 1 de enero de 2022 comenzó a aplicarse el Reglamento (UE) 2018/ 848 del Parlamento Europeo y del Con­se­jo de 30 de mayo de 2018, sobre producción ecológica y etiquetado de los productos ecológicos por el que se deroga el Reglamento (CE) 834/2007 del Consejo. Esta nueva normativa revisa la anterior para clarificarla y responder adecuadamen­te a las expectativas de los consumidores y enumera los objetivos y principios mencionados en el apartado anterior.

En producción ecológica, se limita el uso de productos externos a la explotación al mínimo indispensable. En caso de ser ne­cesarios, solo podrán utilizarse fertilizantes o fitosanitarios que vayan acorde a lo expuesto en las normas de producción ecológica y, a su vez, hayan sido autorizados por la reglamentación horizontal en producción convencional. Para ello, el Re­gla­mento de Ejecución 2021/1165 de la Comisión establece las listas con los productos y sustancias aptas para la producción ecológica (cuadro I).

Elección del material vegetal y mantenimiento sanitario

Conforme a los artículos 4 y 6 del actual Re­gla­mento de producción ecológica, se debe contribuir a un elevado nivel de biodiversidad, en particular mediante el uso de ma­te­rial genético diverso, como material he­terogéneo ecológico y variedades ecológicas adecuadas para la producción ecológica; la elección de variedades vegetales atendiendo a las particularidades de los sistemas específicos de producción ecológica y prestando especial atención a los resultados agronómicos, la resistencia a las en­fer­medades, la adaptación a condiciones climáticas y edafológicas locales diversas; y el respeto a las limitaciones na­tu­rales.

Ácaro depredando una ninfa de psila

Por ello, previo a la implantación del cultivo, el primer paso es analizar las condiciones edafoclimáticas de la zona, y el cumplimiento de condicionantes óptimos naturales del cultivo para buscar una eficiencia a nivel ecológico. El cultivo del pistachero, al igual que otros frutales, presenta condiciones propias de adaptabilidad al clima y al suelo. Solo son conocidos parte de los factores teóricos que condicionan una evolución agrícola y natural adecuada del cultivo, es decir, desarrollo vegetativo y carpológico sin alteraciones estructurales y funcionales.

Así, si en dicho análisis concluimos con resultados positivos, se procederá a la segunda toma de decisiones, la elección del material vegetal. Se recomienda establecer un orden de prioridad en esta elección por importancia:

  1. El que mejor se ajuste a las condiciones naturales disponibles (principalmente clima y suelo).
  2. Adaptabilidad a nuestras necesidades y prácticas culturales previstas (riego, secano, conocimiento del cultivo, ma­quinaria, etc.).
  3. Objetivos comerciales. No hay un portainjerto o variedad superior a otro, se preferirá el que mejores características agroecológicas presente para nuestro principal objetivo: llevar una plantación de pistacheros en ecológico en las me­jo­res condiciones de desarrollo y fitosanitarias para llegar a una producción próxima a la rentabilidad estimada.

Mediante una breve descripción del ciclo vegetativo del pistachero se enumerarán, por un lado, los principales parámetros que pueden ayudar a la elección de un material vegetal adaptado y, por otro, los factores a tener en cuenta en la monitorización de la sanidad del cultivo en cada fase, ambos aspectos muy importantes en producción ecológica.

Fase de latencia

La duración del periodo de latencia (reposo), con fechas orientativas de mediados de noviembre a mediados de marzo, estará condicionada principalmente por la temperatura del otoño e invierno, cuan­do el ár­bol debe de acumular las ho­ras frío necesarias para su estimulación fe­nológica.

Adultos de Labidostomis lusitanica.

A continuación se exponen las principales cuestiones a tener en cuenta en la fase de latencia:
– Principal parámetro climático: horas frío y temperaturas por debajo de 0oC al final del periodo.
– Elegir variedades tardías o tempranas en base a las horas frío de la zona.
– Respecto al portainjerto, si la zona es muy fría, evitar material con proximidad genética a Pistacia integerrima, ya que es la especie dentro del género Pistacia menos resistente a inviernos fríos (Kaalsen, 2012), destacando P. terebinthus como una de las más re­sistentes.
– Durante la parada invernal, pese a que es un periodo de inactividad general de la fauna artrópoda, se de­berá prestar atención a la presencia de:

  • Castañeta (principalmente Ves­­­pe­rus xatarti Mulsant, 1839), un es­carabajo cuyas pri­meras apa­riciones en estado adulto coinciden con la época de co­secha. Los daños son producidos por la larva que se alimenta vorazmente de las raíces.
  • Psilas (con coloración de in­vier­no refugiadas bajo yemas) o CPP (Common Pis­ta­chio Psyllid). Tanto en la etapa ju­ve­nil como los adultos succionan los jugos de las hojas provocando defoliaciones, caída de yemas florales y, eventualmente, parada en el crecimien­to vegetativo. Todo ello lleva a una pérdida importante de producción tanto por causas directas como por los efectos colaterales ligados a la enorme generación de melaza por parte de es­tos hemípteros. En Es­paña su aparición parece estar limitada a la etapa previa al injerto y cuenta con un elevado número de enemigos naturales (foto 2).
  • Al final de la fase pueden darse ocasionalmente problemas con ba­rrenillos (subfamilia Scolytinae) y/u orugas perforadoras de yemas.

– Respecto a enfermedades, si durante la parada invernal, aprovechando las labores de poda, se observan daños y partes secas en el árbol (racimos, brotes, hojas pegadas) pueden ser debidos a ataques fúngicos aéreos tipo botriosfera (familia Bo­try­os­phae­ria­ceae) en la campaña anterior. Se recomienda la limpieza de esos posibles inóculos y eliminación. Si las precipitaciones han sido abundantes y/o concentradas al final del invierno y los suelos del cultivo no presentan parámetros edáficos óptimos (textura pesada, permeabilidad len­ta-moderada, insuficiente drenaje, etc.) pueden surgir problemas de asfixia radicular y/o aparición de enfermedades fúngicas del suelo (Phy­tophthora spp., Fu­sa­rium spp., Armillaria spp.).

Tropinota sp.

De ahí la recomendación de realizar la implantación del cultivo en suelos con texturas adecuadas y permeabilidad media-rápida entre los principales factores edáficos, así como el estudio y valoración de análisis de patógenos del sue­lo en preplantación. Estas dos cuestiones nos facilitarán, en primer lugar, conocer la aptitud teórica de nuestros suelos y si la misma es positiva y, en segundo lugar, detectar las medidas culturales que se pretenden practicar en la plantación principalmente en base a dosificación y procedencia del agua de riego.

Resumiendo, las cuestiones a tener en cuenta en el periodo de latencia son:
– Para la elección de portainjerto y de variedad: horas frío, enfermedades del suelo, permeabilidad del suelo y resistencia al frío.
– Para el mantenimiento sanitario: trampas de feromonas para castañeta, ob­servación de la fase de invierno de las psilas y eliminar posibles fuentes de inóculo.

Fase de floración y brotación

El pistachero se encuentra entre los frutales más tardíos en florecer, ocurre principalmente en el mes de abril (dependiendo de la variedad y condiciones climáticas). Tras acumular horas frío y grados día (unidades de calor), el pistachero comienza a mover las inflorescencias, tanto de hembras como de machos, donde las mismas deben de coincidir para solapar en una perfecta polinización anemófila (por el viento). Debido a esta estrategia reproductiva, los brotes nuevos junto a sus hojas salen después para no interferir en dicho proceso.

La floración es una fase corta, con una duración media de 10 días, determinante en la producción anual y que va a estar condicionada por multitud de factores climáticos. Las altas temperaturas (Kaal­sen, 2017) pueden perjudicar la fecundación y fases del desarrollo del fruto, al igual que ocurre con las bajas temperaturas (por debajo de 0oC pueden dañar flores y por debajo de 7-8oC el crecimiento del tubo polínico se ralentiza pudiendo no fecundar el óvulo). A su vez precipitaciones continuas durante los días de floración afectan al transporte del polen de los machos a las hembras. Por lo tanto, elegiremos variedades que presenten mejor aptitud respecto a nuestras condiciones climáticas especialmente del mes de abril y diversificaremos las variedades machos respecto a la variedad hembra elegida.

Adulto de chinche.

Es una fase durante la que no se recomienda realizar tratamientos foliares para evitar problemas con la polinización. En condiciones normales no es un momento especialmente sensible a potenciales plagas. Respecto a enfermedades, si la hu­medad ambiental ha sido alta durante el periodo de floración e inicio de la brotación, puede que se den problemas aéreos de podredumbres, observables en momificación de yemas florales de ma­chos y brotes jóvenes en forma de “garrota”, recomendando monitorizar para prevenir posibles problemas.

Resumiendo, las cuestiones a te­ner en cuenta en el periodo de floración y brotación son:
– Para la elección de la variedad: unidades de calor, he­ladas tardías y precipitaciones.
– Para el mantenimiento sanitario: observación de los adultos y puestas de las psilas sobre Corni­ca­bra.

Desarrollo vegetativo y del fruto

Una vez terminada la floración y cuajado de frutos, viene una explosión de crecimiento en los árboles en la primera etapa del verano, cuando comienza el calor. Los brotes nuevos crecen rápidamente tanto en longitud como en diámetro. Nos encontramos en la primera fase de desarrollo del fruto donde solo crece un pequeño número de frutos en volumen, el resto (el mayor porcentaje) es eliminado. De los que quedan, su grano permanece en parada y el endocarpio (cáscara) se mantiene blando inicialmente e irá endureciendo hasta llegar a la siguiente fase.

Hembras de cochinilla.

Los brotes crecen rápidamente y el tamaño final del primer crecimiento dependerá de multitud de factores abióticos (riego, nutrición, poda, etc.). Es una fase muy sensible, los brotes y frutos están tiernos y más susceptibles a posibles plagas. Merecen especial atención los árboles de edad temprana (1-2 años), pues su volumen foliar es pequeño y puede que insectos defoliadores produzcan algún daño, como por ejemplo:

  • Labidostomis lusitanica. Conocida co­múnmente como clitra. Es un escarabajo de la familia Chrysomelidae que se alimenta de las hojas del pistachero, así como de los patrones utilizados. Su actividad empieza con la extensión de las hojas y dura aproximadamente un mes. Esta especie solo ha sido referenciada en España ligada al pistachero, lo cual justifica la ausencia de estudios al respecto y evidencia la necesidad de investigación en España (foto 3).
  • Otras especies fitófagas cercanas al L. lusitanica, pertenecientes a la tribu Clytrini, han sido observadas alimentándose de pistachero; sin embargo, los daños producidos son despreciables posiblemente debido a la baja cantidad de individuos relacionado con su estilo de vida no gregaria.
  • Gorgojos. Son escarabajos de la familia Curculionidae, fácilmente distinguibles por encontrarse su aparato bucal en el extremo del rostro. Varias especies han sido detectadas alimentándose de hojas tiernas, en épocas normalmente coincidentes con L. lusitanica. Pocas especies han sido causantes de daños graves, siendo su voracidad, en general, bastante baja. Los daños son distinguibles, ya que dejan formas aserradas en los bordes de las hojas.
  • Tropinota sp. Llamados comúnmente conchudos, su alimentación es variada y pueden ser fitófagos de modo ocasional. Se les ha detectado alimentándose de hojas tiernas de pistachero, especialmente en zonas con falta de cubierta vegetal o márgenes que facilitasen la presencia de otro alimento (foto 4).
  • En esta fase los frutos comienzan a engrosar y se pueden encontrar chinches picando los frutos. Bajo esta denominación se engloban varias familias de insectos chupadores del orden Hemiptera, suborden Hete­rop­te­ra. Podrían ser un problema desde el final de la floración hasta el endurecimiento de la cáscara (finales de mayo). Posteriormente es posible la producción de daños en el epicarpio, cuando introducen su estilete (aparato bucal) en esa parte exterior del fruto para alimentarse de su savia. El resultado es un ennegrecimiento posterior de los frutos, el tejido dañado se vuelve marrón, el fruto se arruga, se necrosa y, finalmente, se cae. En el interior aparece una pequeña mancha negra de forma irregular que señala por dónde el insecto ha introducido su aparato bucal. La afección directa de los frutos repercute en una depreciación del producto causando daños económicos. En España, hasta la fe­cha, pese a encontrarse presentes en la mayor parte de las plantaciones, los daños no han sido destacables. Es reseñable que el hecho de que la ma­yor parte de las plantaciones nacionales no hayan entrado en producción podría justificar la falta de daños en líneas generales (foto 5).
  • Pulgones y hormigas sobre brote.

    Otros insectos del orden Hemiptera como cigarrillas (Cicadellidae), mosquito verde (Empoasca spp), pulgones (Aphidae) o cochinillas (Coccidae) (foto 6), son relativamente frecuentes en esta fase en los campos de pistacho. Afortunadamente suelen contar con un elevado número de enemigos naturales que permiten equilibrar las poblaciones hasta niveles asumibles, sin causar apenas daño en el cultivo. La utilización de trampas cromáticas adhesivas es a menudo útil para su monitorización en parcelas que cuenten con gran afectación.

Durante el mes de junio y parte de julio comenzará la segunda fase del desarrollo del fruto. Es una fase junto a la vegetativa de quiescencia, de parada, llegan las temperaturas altas más extremas del verano y el pistachero se protege parando en gran medida su desarrollo vegetativo. En parte de julio y agosto/septiembre se producirá el llenado del fruto y dependiendo de las condiciones nutricionales y estado hídrico se podrán producir nuevos crecimientos vegetativos.

Es una fase larga muy condicionada por multitud de factores, pero en­tre los principales serán necesarias tempe­raturas relativamente altas y am­bien­te seco que afectará claramente la producción del año y a su calidad respecto al porcentaje de frutos abiertos. A su vez, es en esta fase cuando el árbol “decide” la carga para el próximo año (abscisión de yemas florales) principalmente en base a la carga del año presente, estrés hídrico, estado nutricional y fitosanidad.

Las plagas y en­fer­medades, por las altas temperaturas y ambiente seco, normalmente, no son un problema. Oca­sio­nal­men­te surgen problemas principalmente de tipo fúngico (familia Botryos­phaeria­ceae, géneros Alternaria o Septoria) cuando la zona se aleja de esos dos principales parámetros (alta temperatura y am­biente seco) o se realizan labores culturales que provocan también una salida de las condiciones naturales del pistachero.

Destacar también que son varias las especies de polillas que, en su fase larvaria y durante esta fase vegetativa, se alimentan de las hojas de pistachero. Afortu­na­da­mente, pocas de ellas llegan a ser un problema para el este cultivo. El elevado nú­mero de enemigos naturales (foto 7), uni­do a su presencia en plantaciones con un adecuado nivel de masa foliar, hacen que el daño muy pocas veces supere el umbral económico del tratamiento.
Resumiendo, en la fase de desarrollo vegetativo y del fruto, cabe destacar:

Ninfa de Empusa pennata.

– Para la elección de la variedad: unidades de calor y humedad ambiental.

– Para el mantenimiento sanitario: al comienzo de la brotación, observar los adultos de Labidostomis y procurar dejar márgenes de vegetación que ac­túen como reservorio de fauna auxiliar. Vigilar posibles podredumbres en frutos y su relación con insectos chupado­res. Y realizar tratamientos preven­tivos para hongos ante humedades altas unidas a temperaturas moderadas.

Fomento de la biodiversidad

La normativa relativa a la agricultura ecológica en particular, y las nuevas disposiciones de la reciente reforma de la PAC, junto con el Pacto Verde Europeo, en ge­neral, invitan a que la actividad agraria sea precursora y protectora de la biodiversidad en los campos.

Esta puede entenderse desde varios puntos de vista. En primer lugar, una biodiversidad ge­­nética interespecífica e in­traespecífica, en la que contemos, no solo con especies diversas (plantas, insectos y otros organismos que interactúen entre sí), sino también con distintas variedades del mismo cultivo. En segundo lugar, una biodiversidad temporal, en la que existan diferentes especies que se sucedan a lo largo del tiempo en la parcela (mediante el empleo de abonos verdes, por ejemplo). Y por último, una biodiversidad espacial, que permita ver un mosaico de especies dentro del campo (con la utilización de borduras, setos o flora espontánea en las lindes, por ejemplo).

Campo de pistachero con cubierta vegetal espontánea.

Las interacciones ecológicas que se suceden en el agroecosistema son, en ocasiones, frágiles. Los productores primarios (plantas) alimentan a consumidores primarios (como insectos fitófagos) que cuentan con una variedad de depredadores, parásitos y parasitoides que, de alterar el ecosistema, se pueden ver gravemente afectados. Por ello, la intervención en el cultivo debe ser estudiada de forma premeditada para evitar los efectos rebote y otras consecuencias que puede tener la eliminación no específica de un organismo plaga (foto 8).

Conclusiones

Con una correcta elección de material ve­getal y un lugar adecuado para la plantación, la incidencia de plagas y enfermedades en este cultivo en el área nacional es, hasta la fecha, muy baja.
En agricultura ecológica el uso de in­su­mos externos debe limitarse al mínimo indispensable. Sin embargo, de ser necesaria una actuación por estar superando el nivel de plaga, el umbral económico de tra­tamiento (nivel de plaga que podemos ad­mi­tir sin llegar a suponer un perjuicio eco­nómico destacable), podrán utilizarse los productos que se detallan en el cuadro I.

Una vez se compruebe la posible utilización de la sustancia conforme a la reglamentación ecológica, deberá comprobarse que su uso está aprobado para el pistachero y para la plaga a tratar. Para ello se deberá consultar la página del Registro de Productos Fitosanitarios gestionado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Ali­men­tación (MAPA) (www.mapa.gob.es/es/ agri cultura/temas/sanidad-vegetal/productos-fitosanitarios/registro/menu.asp). En producción ecológica será especialmente importante consultar el Registro de De­ter­minados Medios de Defensa Fi­to­sa­ni­taria del MAPA en el cual se listan los Or­ga­nismos de Control Biológico (OCB) au­to­rizados.

 

VER EL ARTÍCULO COMPLETO

Desarrollado por eMutation New Media.