Uno de los principales motores económicos de la región de Extremadura es el sector agroganadero, y dentro de este tiene mayor peso la producción de vegetales, 59,3% frente al 36,7% de la producción animal (Mapama, 2019). Pese a que el principal cultivo hortícola en Extremadura es el tomate con 22.294 hectáreas, el cultivo de brócoli está cobrando cada vez más importancia entre los productores de la región. Este cultivo ocupa un 16,9% de la superficie dedicada a hortícolas de la región con 5.650 hectáreas y unos rendimientos medios de 13.040 kg/ha (Mapama, 2018).
Con el fin de asegurar la producción y el máximo rendimiento en los cultivos hortícolas, la fertilización nitrogenada suele ser elevada. Dado que son cultivos de regadío y en general con un sistema radicular relativamente poco profundo, se suelen producir pérdidas elevadas de nitrato por lixiviación. La Directiva europea 91/676 establece que los Estados miembros deben dictaminar las cantidades máximas de abono nitrogenado a emplear en los diferentes cultivos, y los Códigos de Buenas Prácticas Agrarias se tienen que basar en estudios experimentales en las diferentes zonas agrícolas.
En Europa, muchas zonas dedicadas a la producción intensiva de cultivos hortícolas han sido declaradas como Zonas Vulnerables por Nitratos (ZVN), incluidas las Vegas del Guadiana. En estas zonas se requiere un mayor control de la fertilización nitrogenada y el riego, con el objetivo de reducir las pérdidas de nitratos. Actualmente está en trámite en Extremadura un nuevo programa de actuación en las ZVN que establece el límite máximo de 116 UF de nitrógeno en el cultivo de brócoli.
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