Aunque el tema de la gestión integrada de malas hierbas ya ha sido tratado recientemente en varios artículos, en esta ocasión vamos a aproximarnos a él desde una perspectiva más cercana al agricultor. Para ello vamos a basarnos en tres fuentes diferentes: los conocimientos biológicos obtenidos en diversas investigaciones, los resultados de trabajos sobre tácticas y estrategias de control y las experiencias directas de los agricultores. Como casos de estudio vamos a considerar tres especies de gramíneas que ocasionan problemas especialmente graves en cultivos de cereales: la avena loca (Avena sterilis), el vallico (Lolium rigidum) y el bromo (Bromus diandrus).
La gestión integrada de malas hierbas gramíneas en sistemas cerealistas
César Fernández-Quintanilla y José Dorado. Instituto de Ciencias Agrarias, CSIC.
En los tres casos vamos a partir de tres principios que son igualmente válidos para cualquier especie de mala hierba: a) diversificar, b) rotar y c) ir de más a menos.
Por diversificar entendemos tratar de utilizar herramientas de control lo más diferentes posibles: cultivos, labores del terreno, herbicidas, fechas de siembra, etc. Algunas de estas herramientas quizás no son muy efectivas individualmente, pero sí lo son cuando se integran con otras. Por rotar entendemos que estas medidas deben ser alternadas en el tiempo. Tan perjudicial es practicar el monocultivo como adherirse fijamente a un único sistema de laboreo o utilizar permanentemente herbicidas de la misma familia química.
Por ir de más a menos entendemos que el orden de los factores sí altera el producto. Que no es lo mismo iniciar un programa de gestión con unas medidas enérgicas que permitan reducir desde el principio las poblaciones de malas hierbas (relajando posteriormente la presión cuando las dichas poblaciones hayan alcanzado niveles bajos) que iniciarlo con medidas poco eficaces que permitan un cuantioso semillado de las plantas supervivientes.
Las consideraciones anteriores ya nos indican que nuestra aproximación al tema no va a estar basada en el empleo de herramientas individuales de control para dar una solución más o menos inmediata a un problema. Proponemos la implantación de programas de gestión a medio o largo plazo que nos permitan reducir gradualmente las poblaciones de las malas hierbas y, posteriormente, tratar de mantenerlas estables.