Durante los últimos años se ha observado un aumento de la incidencia de la lepra en el olivar de Andalucía y sur de Portugal, con nuevos síntomas en ramas y hojas, además de los conocidos en aceitunas, lo que cambia nuestra visión de esta enfermedad de poco conocida a emergente. La lepra del olivo es una enfermedad fúngica, tradicionalmente asociada a la podredumbre y caída de frutos en otoño. Otros síntomas menos conocidos de la enfermedad, manchas necróticas en hojas y chancros de ramas, se han observado en los últimos años en olivares comerciales, originando defoliación, debilitamiento y la pérdida de vigor del olivo.
La lepra del olivo, una enfermedad emergente
Romero, M.C. Raya, L.F. Roca, J. Moral, A. Trapero.Grupo de Patología Agroforestal, Departamento de Agronomía. ETSIAM. Universidad de Córdoba.
La lepra del olivo, causada por el hongo Neofabraea vagabunda (anamorfo: Phlyctema vagabunda) es una enfermedad ampliamente distribuida en el olivar mundial. Sin embargo, en España no se describió hasta 1986 (Del Moral et al., 1986), habiéndose considerado desde entonces una enfermedad de escasa importancia debido a su baja incidencia (Roca et al., 2007). Los síntomas más comunes y graves de la enfermedad se producen en las aceitunas, que muestran una podredumbre similar a la debida a la antracnosis o aceituna jabonosa causada por Colletotrichum spp. (Trapero y Blanco, 2004).
En años de graves ataques en Italia, la caída de la aceituna debido a la enfermedad redujo la cosecha a la mitad (Petri, 1915). Además, el deterioro del fruto puede afectar negativamente a la calidad del aceite (Roca et al., 2007). El patógeno también infecta hojas y ramitas, pero estas infecciones únicamente se han descrito en Italia y se han considerado de escasa importancia, aunque pueden contribuir a la supervivencia y dispersión del patógeno (Foschi, 1955; Goidanich, 1964).