Buena parte del contenido de este artículo procede de los ensayos llevados a cabo durante décadas por investigadores de diferentes universidades de EE.UU sobre plantaciones de pistacheros del valle de San Joaquín (California). Para poder ser extrapolada a nuestro país se han considerado variables basadas en la mayor actividad vegetativa registrada en esa zona californiana en relación a la que tiene lugar en la Península Ibérica, principalmente ocasionada por un régimen térmico mucho más benigno.
Parámetros previos a la plantación del pistacho
J.F. Couceiro1, M.J. Cabello1, D. Pérez2, S. Armadoro1, E. Martínez1 y J. Guerrero3. 1 Centro de Investigación Agroambiental El Chaparrillo (CIAC) (IRIAF). Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. 2 Escuela Superior de Ingenieros Agrónomos. Universidad Politécnica de Madrid. Departamento de Producción Agraria. 3 Empresa de asesoramiento OMNIApistachos.
Este hecho puede ser comprobado cuando, en esa área cercana al Pacífico, se contemplan ejemplares de pistacheros, almendros, avellanos y nogales de una envergadura y unos rendimientos por hectárea significativamente superiores a los que se dan en otras zonas del planeta.
Sin embargo, a esas excepcionales condiciones agroclimáticas habría que anteponer otros aspectos no tan favorables, como una dependencia excesiva del agua, un mayor consumo de inputs (agua, fertilizantes, productos fitosanitarios, etc.) y un indiscutible deterioro de la calidad organoléptica de sus producciones, aspecto cada vez más valorado por los mercados que apuestan por la calidad en todos los órdenes.
Los nutrientes son los elementos esenciales que participan en el desarrollo vegetal y pueden clasificarse en macro y micronutrientes. Los primeros como el nitrógeno (N), fósforo (P), potasio (K), calcio (Ca), magnesio (Mg) y azufre (S) son requeridos en grandes cantidades y los segundos como el hierro (Fe), manganeso (Mn), boro (B), molibdeno (Mo), níquel (Ni), cobre (Cu), zinc (Zn) y cloro (Cl) en pequeñas cantidades. La insuficiencia de cualquiera de ellos da lugar a una carencia y su exceso puede provocar una toxicidad.
Entre los nutrientes móviles y solubles en el suelo, y por tanto fácilmente lixiviables, podemos mencionar N, S, Mg, Ca y B, y entre los inmóviles o con una movilidad restringida P, Fe, Zn, Mn y Cu.
Conocer la movilidad de un elemento en el árbol puede indicarnos cómo mejorar su aportación con aquellos abonos que lo contengan y conocer dónde y cuándo aparecerán los síntomas de su deficiencia o toxicidad. Los nutrientes de libre movilidad son N, K, S, Mg y Cl; los de baja movilidad Zn y Cu; mientras que los inmóviles son Mn, Fe, Ca y B.
Los elementos N, P, K, Mg y S circulan tanto a través del xilema como del floema. Estos nutrientes pueden ser almacenados en el árbol y, por lo tanto, sus efectos perdurarán más en el tiempo en relación a otros de menos movilidad. Por otro lado, las deficiencias de estos elementos aparecen más pronto en las partes más viejas y los tratamientos foliares que se llevan a cabo con ellos son eficaces tanto para los tejidos ya formados como para los que se encuentran en proceso de formación.
Los nutrientes inmóviles, sin embargo, se desplazan exclusiva o principalmente por el xilema, es decir, por el flujo unidireccional del agua hasta las hojas. Por lo tanto, cualquier limitación de ese flujo podría causar las correspondientes deficiencias de esos nutrientes. Es importante suministrarlos en todas las etapas tanto de desarrollo como de reproducción. Al no poder ser almacenados, los fertilizantes con estos nutrientes poseen una eficacia limitada en el tiempo. Por otro lado, de los tratamientos foliares solo se benefician los tejidos tratados y no los que continúan su formación después de la aplicación.