El cultivo del olivo se enfrenta a una serie de retos en relación a la sanidad vegetal que de manera general ya han sido expuestos (Ruiz-Torres, 2017), y por lo tanto, la situación fitosanitaria está en relación con estos retos. Mi intención en esta colaboración es seguir aportando algunas reflexiones en esta línea.
Situación fitosanitaria del cultivo del olivar
Manuel José Ruiz Torres. Laboratorio de Producción y Sanidad Vegetal de Jaén.
La situación fitosanitaria puede describirse en relación a diferentes aspectos:
- Incidencia de las plagas y enfermedades.
- Situación de los métodos de lucha disponibles.
- Utilización de estos métodos de control.
Con respecto a la incidencia de las plagas y enfermedades en el olivar, y en el caso concreto de Andalucía, se han ido publicando balances generales en los últimos años que ponen de manifiesto en un sentido amplio que no hay situaciones generalizadas alarmantes provocadas por plagas o enfermedades, aunque se detectan problemas fitosanitarios puntuales (Ruiz-Torres y Herrera-Mármol, 2018) que conviene vigilar. Por tanto, y a la espera de tener los últimos datos de incidencia de plagas y enfermedades en el olivar andaluz para este año, no voy a tocar más este aspecto. Sin embargo, los otros dos referidos sí merecen una reflexión más detenida.
Situación de los métodos de control disponibles
En relación a la situación de los métodos de control, en el cuadro I se presentan el número de formulados fitosanitarios que había en el Registro del Ministerio de Agricultura el 4 de octubre de 2018.
Se ha buscado esta información para los principales cultivos (utilizando para cada caso la palabra que aparece en la tabla; por ejemplo, los correspondientes al olivo son los que aparecían con la palabra “olivo”, descartando “olivo de almazara” y “olivo de verdeo”). Junto a esta información también se incluye la superficie que cada uno de estos cultivos ocupaban en España en 2016. Como puede comprobarse, de los veinticinco cultivos en los que se ha indagado, el olivo se encuentra en la posición número veinte, con 148 formulados fitosanitarios, y sin embargo es el segundo cultivo más extenso de España, con 2.521.700 hectáreas, después de la cebada.
Comparado con otros cultivos, la situación es de relativa escasez en formulados y materias activas; por ejemplo, tomando en cuenta la tradicional “triada mediterránea”, nos encontramos que los cereales, trigo y cebada, cuentan con 192 y 174 formulados respectivamente, para una superficie similar al olivo, y la vid cuenta con 239 formulados fitosanitarios, para una superficie que es algo más de la tercera parte de la del olivar. En el otro extremo de la tabla, el tomate, el manzano y el peral tienen 348, 283 y 273 formulados registrados respectivamente, ocupando estos cultivos 62.700, 30.900 y 22.500 hectáreas en el territorio nacional.
Esta combinación entre el número de formulados fitosanitarios registrados y la superficie ocupada, indica en el caso del olivo, que es posible que en amplias comarcas olivareras (por ejemplo, en las provincias de Jaén, Córdoba y Granada) se utilicen muy poca variedad de formulados. Teniendo presente que una misma materia activa tiene generalmente varios formulados, nos encontramos que el número de materias activas que se emplea puede llegar a ser muy bajo en amplias zonas. Y esta situación es especialmente extrema en relación a los herbicidas. Las consecuencias de esta falta de variedad de materias activas en el cultivo del olivo no son positivas: hay mayor riesgo de que aparezcan resistencias o una clara inversión de flora y malezas.
También se incrementa el impacto negativo contra la biodiversidad, y las posibilidades de que aparezcan residuos en el fruto y contaminaciones ambientales difusas en suelo y ciclo del agua.