En este artículo se muestran los resultados de los ensayos realizados para conocer el comportamiento vegetativo-productivo y la expresión cualitativa del cv. Tempranillo derivado de la aplicación de riego en dos épocas del ciclo vegetativo, en el valle del río Duero, en Valladolid. Los tratamientos experimentales han sido: 20% ETo desde parada de crecimiento vegetativo (P20) y 20% ETo desde envero (E20). Las cepas, plantadas en 1993, son conducidas en espaldera, con formación en cordón Royat bilateral, con un marco de plantación de 2,7 x 1,4 m (2.645 plantas/ha).
Influencia cualitativa de la época de riego en cv. Tempranillo
J. Yuste1, E. Valdés2, E. Gamero2, R. Yuste1, M.V. Alburquerque1. 1Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León. Valladolid. 2Instituto Tecnológico Agroalimentario de Extremadura. Badajoz.
El manejo del riego es un aspecto importante del cultivo de la vid donde la pluviometría es insuficiente durante el ciclo vegetativo (Mullins et al., 1992), ya que cuando la demanda evaporativa de la atmósfera es mayor que el aporte de agua desde el suelo se produce estrés hídrico (Wample 2000, en Sánchez-Llorente, 2004).
Para Ojeda et al. (2001), un déficit temprano de agua puede provocar la disminución del volumen celular, cuando se produce desde la floración al envero, resultando irreversible el estado que provoca para la vid, ya que uno de los componentes del rendimiento, el tamaño de la baya, está más influenciado por el déficit hídrico cuando se produce entre floración y envero que entre envero y madurez. Según dichos autores, en el caso de que haya agua disponible para las plantas durante el periodo de maduración (fase III), las bayas estresadas recuperan total o parcialmente su tamaño.
Según Cuevas et al. (2006), bajo condiciones de riego deficitario, como puede darse al retrasar el riego hasta el momento de envero, el cierre de los estomas reduce la toma de CO2 y modifica la relación entre la tasa neta de fotosíntesis y la conducción estomática.
La propia planta es el mejor indicador de su estado hídrico y de la necesidad de riego (Sánchez-Llorente, 2004), ya que las medidas efectuadas sobre sus órganos integran factores edáficos y atmosféricos que determinan el balance hídrico (disponibilidad de agua del suelo, demanda evaporativa de la atmósfera) y factores intrínsecos de la planta (área foliar, tolerancia a la sequía) (Choné et al., 2000; Van Leeuwen et al., 2001).
Por tanto, para garantizar el éxito de cualquier estrategia de riego es necesario que la toma de decisiones esté basada en indicadores hídricos sensibles y fiables (Yuste et al., 2004) y tener en cuenta que el exceso de estrés hídrico después del envero debe ser evitado, ya que éste puede causar retraso en la acumulación de azúcar (McCarthy, 1998).