El ensayo, realizado sobre una plantación de Tempranillo ubicada en Valladolid a un marco de plantación de 2,20 x 1,15 m, se ha centrado en el análisis de la respuesta cualitativa y productiva del viñedo al incremento de la dosis de riego, comparando los tratamientos de riego muy reducido (20% ETo) y riego moderado (40% ETo), aplicados a partir de la parada de crecimiento vegetativo.
Respuesta cualitativa y productiva del viñedo en vaso a la variación de la dosis de riego
J. Yuste1, Mª.V. Alburquerque1, R. Yuste1, E. Gamero2, E. Valdés2. 1Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (ITACYL), Valladolid. 2Instituto Tecnológico Agroalimentario de Extremadura (INTAEX), Badajoz.
Uno de los principales objetivos de la vitivinicultura actual es conseguir el equilibrio entre el nivel de producción y la calidad de la uva. Las prácticas agronómicas efectuadas en el viñedo pretenden mantener un buen nivel de producción y, además, que en el momento de la vendimia las bayas presenten una composición físico-química adecuada para los vinos que se pretenden elaborar.
El objetivo de ahorrar agua a la vez que se maximiza la calidad de la uva para vinificación ha estimulado el interés en provocar un ligero estrés hídrico en las cepas reduciendo el agua disponible en el suelo por debajo del potencial de agua fácilmente utilizable, como prescriben las técnicas de riego deficitario (Bowen et al. 2009). En este sentido, dichas técnicas de riego deficitario pueden ser recomendables en regiones de condiciones climáticas difíciles, pues conducen a mejorar el estado hídrico de la cepa evitando un estrés severo en periodos críticos, además de posibilitar campañas productivas más regulares.
En relación con este aspecto, es evidente que el riego favorece, en mayor o menor medida, la respuesta fructífera del viñedo (Prichard 2007, en Mendez et al. 2009), a través de distintos procesos y componentes, que pueden verse alterados en función de la fase del ciclo vegetativo en que se aplique el riego y de la intensidad del mismo (Ojeda et al. 2001). Así, el estado hídrico de la planta tiene una gran incidencia en la calidad fenólica de la uva y por tanto en la del vino, especialmente en regiones áridas y semiáridas (Matthews et al. 1990); es más, diferentes estudios han hallado que la incidencia de la disponibilidad hídrica del viñedo es diferente según la familia fenólica de que se trate (Stoll et al. 2000; Kennedy et al. 2001, 2002).